Una historia fascinante, tragicómica, y llena de mitos, quizás porque tuvo como escenario la isla de Chiloé. Y es de esos episodios que pasaron inadvertidos, pero que son sumamente sabrosos, por la categoría de los protagonistas.
En 1966, el estadounidense Milton Rogovin, el llamado “fotógrafo de los pobres”, le escribió a Pablo Neruda. Ambos comunistas, había leído toda la obra del poeta y le preguntó “¿dónde puedo encontrar a la gente más abandonada, desamparada?”. Neruda le respondió que fuera a Quemchi, en Chiloé, y así, en enero de 1967, Rogovin llegó por única vez al país.
Esa historia fue conocida por el poeta y académico de Chiloé, Carlos Trujillo, quien está radicado en Havertown, Pennsylvania. Catedrático de Literatura Hispanoamericana en la Universidad de Villanova, Trujillo se encontraba dando una clase sobre Neruda en esta casa de estudios, cuando se le acercó una señora, que le contó que una amiga de ella tenía fotos de Chiloé, que fueron tomadas por su padre y que querían contactarse con alguien de esa zona para saber los nombres de las personas que aparecían en ellas. Trujillo accedió a ver las instantáneas, sin prestar mayor importancia, creyendo que se trataba de recuerdos de algún turista.
Imágenes conmovedoras
Comenzó a cambiar de opinión cuando recibió en su hogar el paquete de fotografías, todas bellísimas, que había capturado Milton Rogovin, a quien pudo conocer cuando el fotógrafo ya tenía 93 años.
Conmovido por las imágenes, y tomando en cuenta el relato de Rogovin, quien le confesó que en su viaje a Chile, Pablo Neruda le había prometido escribir poemas para sus fotos, lo que finalmente, no se concretó. Ahí Carlos Trujillo decidió tomar la posta y hacer él el libro, que se tituló “Nada queda atrás” y que fue publicado en 2007.
A esa presentación acudieron los hijos de Milton Rogovin, y fue uno de sus hijos, Mark, quien le regaló, agradecido, el diario de viaje del célebre fotógrafo, incluidas las cartas. Sin embargo, eso ocasionó un problema de conciencia, pues como explicó Trujillo, “cuando traduje este material, con una lectura mayor, la historia que Milton Rogovin cuenta, no es la verdadera. Neruda no le hizo esa promesa. Neruda le dijo ‘véngase cuando quiera y yo le doy toda mi colaboración’, lo que fue verdad. Puede haber sido dos cosas: una que a Milton se le metió en la cabeza la idea de que Neruda iba a ponerle poemas a sus fotos, o le entendió que colaboración tenía un sentido más amplio. Entonces cuando llegó a Quemchi, ya no hablaba de las fotografías que iba a tomar, si no que decía ‘estas fotos son para el libro de Pablo’”.
Registro de un viaje
De esta forma, pensó que había que sacar más provecho de estos documentos y narrar la verdadera historia del paso de Milton Rogovin por Chile. El problema fue contarle a la familia sobre esto, porque “con esto se derrumba una parte de la historia de él. Pero les dije, que descubrí algunas cosas. La hija mayor se puso a llorar, diciendo ‘estás diciendo que mi padre es mentiroso’. Les dije que no, que la historia contada no es la historia vivida y yo no planteo que es mentiroso, pero que por esta inseguridad en sí mismo, tuvo que elaborar una historia para evitar problemas con su mujer que era la que manejaba todo”.
Y claro, porque la personalidad de Rogovin era cambiante. De un viaje que estaba pensado para dos o tres meses, terminó siendo de apenas dos semanas. En una ocasión, quedó en reunirse con Pablo Neruda en Chiloé y lo dejó esperando.
Todo eso fue quedando registrado en este diario de viaje, y que gracias a la fotografía y trabajo de Carlos Trujillo, quedó plasmado en “Si no fuera por la lluvia. Milton Rogovin en Chile”, y que fue publicado por la editorial Okeldan y donde se pueden encontrar las fotografías tomadas por Rogovin a chilotes anónimos, cartas de Pablo Neruda y el relato detallado y cargado de imaginación que Rogovin entregó a su esposa, en diversos mensajes.
Artículo publicado en el Diario "La Prensa Austral" de Punta Arenas el día 08 de junio 2014