Los Orígenes
Primero fue la Revista CHILHUE. Fue en 1969 cuando apareció su primer número. Era el mes de mayo de ese año. Fue una revista humilde, mimeografiada y con papel roneo que editábamos los estudiantes chilotes de la Universidad de Concepción para resumir trabajos y mantener informados a los socios colaboradores del Centro de Estudiantes Chilotes. Teníamos una biblioteca con los libros más utilizados en los primeros años de las carreras científicas y humanistas. De toda esa actividad era necesario dejar un registro y así surgió la revista Chilhué, con tapas de carátula impresas a dos colores en sistema “silskreen”. Eliecer Paillacar, Manuel Gallardo Pérez, Eduvín Alarcón Serón, Viana Vera Avendaño, Jorge Diaz, Rina Sánchez, Hugo Sánchez, Laurita Martínez, Medardo Urbina, Mario González Kappes, Irma Hermida, Sonia Caicheo, Carlos Alberto Trujilllo…eran algunos de los colaboradores.
El Hogar Chilote
Pasaron los años y nos hicimos profesionales. Entonces formamos el Centro Chilote de Concepción. Era Septiembre de 1974. Arrendamos una casona para hacer funcionar el Hogar Universitario Chilote, en Victor Lamas 1090, a sólo cuadra y media de la Universidad de Concepción. Era también la Sede del Centro Chilote, que aglutinaba a unos 60 socios cooperadores y - además- el lugar donde se elaboraba y se compaginaba la Revista CHILOÉ, impresa en sistema off-set, con un tiraje de 1000 ejemplares. Salimos a la luz ganándonos un espacio privilegiado en los medios de comunicación locales. Recibimos –de ese modo- ayudas insospechadas para el Hogar Universitario: mesas, sillas, lámparas de escritorio, camas, colchones, ropa de cama, libros, alimentos no perecibles, fueron llegando por donaciones voluntarias de personas anónimas. En total fueron cerca de 50 los estudiantes chilotes de escasos recursos que lograron titularse durante los años que duró el Hogar. Y fueron 10 los números editados de la Revista CHILOÉ.
La Muerte de una Ilusión
El cambio de la Directiva del Centro Chilote fue sinónimo de desastre, porque a poco andar se perdió la revista Chiloé y luego se cerró el Hogar Universitario Chilote, que pasó a ser administrado en forma particular, perdiéndose de paso la Sede de la institución. De lo que se formó con tanto esfuerzo, con tanto corazón y con tantas esperanzas, no quedó sino sólo el hermoso recuerdo de lo logrado y el amargo sabor de la frustración por haberlo perdido todo a poco menos de un año del cambio de directiva.
Los Primeros Libros
La pasión por las publicaciones y la difusión escrita nos llevó a editar nuestro primer libro: LA HUELLA DEL ABTAO, en el 2003, a partir del cual se formó la Editorial ISLA GRANDE, (aludiendo a la Isla Grande de Chiloé). El éxito alcanzado con la distribución de este libro, forzó a la Segunda Edición de 2000 ejemplares en un formato mayor, aumentando el número de páginas, las imágenes, y los dibujos, enriquecidos con la adición de cuatro mapas. Aquella Segunda Edición fue el 2005.
El Primer Video y el Documental
La Universidad ARCIS de Santiago de Chile, había seleccionado el libro La Huella del Abtao como uno de los mejores libros editados en Chile acerca del medio natural, y un buen día solicitaron autorización para desarrollar un documental que mostrara el recorrido descrito en el libro, de aquel sendero que atraviesa la Isla de Chiloé de Este a Oeste y –atravesando la Cordillera de Piuchué- cae al Océano Pacífico junto a la desembocadura del río Abtao. La expedición contó con 9 personas: periodistas, camarógrafos, sonidistas, ayudantes, y el apoyo de José Nonque, baqueano de aquellos territorios indómitos, junto a su caballo “Muchacho”, que logró transportar los pesados materiales para la filmación, al cabo de 7 días de fatigosas marchas por la espesura del bosque chilote. El periodista Christian Navarrete, -quien organizó y dirigió la expedición- editó finalmente el documental La Huella del Abtao, que fue lanzado en Mayo del 2006 en el Centro Cultural de La Moneda en Santiago de Chile, con gran éxito.
En el intertanto, la Editorial Isla Grande editó el libro de cuentos RETRATOS VACIOS, del joven escritor Igor Lopez Yañez, uno de cuyos cuentos ganó el Premio Nacional de Cuentos para Radio y Televisión el año 2004.
El Libro de Azócar
El año 2005 se publica LA LEYENDA DEL CAPITAN, del excelente escritor chilote Pedro Rubén Azócar, quien fuera hijo de Rubén Azócar, el amigo de Pablo Neruda, y sobrino de Albertina Azócar, la apasionada musa del poeta chileno. Azócar recrea la vida de un villorrio chilote de las cercanías de Chonchi y analiza en esta hermosa obra la filosofía y la forma de vida particular del Chiloé de principios del siglo XX, respetando la genuina y sui generis expresión oral de los isleños. Esta riqueza del lenguaje y el respeto fiel a las costumbres isleñas, se debe a que Azócar es antropólogo y uno de los más profundos conocedores de Chiloé. Se suma al nutrido currículum el hecho de haber trabajado en el Museo del Hombre en París, con la notable arqueóloga Annette Laming (esposa de Joseph Emperaire, el arqueóloo autor de “Los Nómades del Mar”, notable estudio de los Kaweshkar, pueblo vestigial de los canales australes). Posteriormente trabajó en el Museo de Gotenburgo en Suecia y después de jubilar en ese país, regresó a Chiloé, donde siguió escribiendo en el puerto de Quellón, desde sus experimentados 80 años, donde vivió con su esposa Anita Avendaño hasta el 15 de Agosto de 2010, fecha de su fallecimiento a la edad de 82 años (Véase en sección ARTÍCULOS "Despedida del escritor Pedro Rubén Azócar").
Rogovin y Trujillo "remiran" Chiloé
El 2008 aparece la obra NADA QUEDA ATRÁS, bajo el diseño de Edward Rojas, del Museo de Arte Moderno de Chiloé, que contiene fotografías captadas por Milton Rogovin – notable fotógrafo norteamericano- en el pueblito de Quemchi ( Chiloé) en 1967 a sugerencia de Pablo Neruda y Francisco Coloane. Las fotografías permanecieron ocultas y mudas por 40 años, hasta que Carlos Alberto Trujillo, poeta chilote docente de la Universidad de Villanova, Estados Unidos, las descubrió y escribió un poema para cada una de las imágenes, haciendo así hablar a los retratados por Rogovin cuarenta años atrás. El resultado es un impresionante diálogo entre la imagen y el poema, que Edward Rojas califica en su comentario como “ la doble imagen de la verdad” y que rescata de las cenizas del tiempo a ese Chiloé profundo y desconocido de años posteriores al terremoto de 1960.
El 2009 recibe a la Editorial Okeldán con dos títulos simultáneos:
La Narrativa de Teiguel
LAS PUNTAS DEL AGUA, del notable escritor chilote José Teiguel Teiguel .obra en la que los cuentos chilotes, bailan y danzan en una sinfonía literaria pocas veces observada en Latinoamérica. Teiguel nos muestra ese Chiloé intenso, sufrido y real. Aquel Chiloé incierto, azotado por las fuerzas de la Naturaleza, las ventiscas, los mares, los odios y las locuras que rondan en el paisaje, dándonos una imagen muy lejana y opuesta a la bucólica y maravillosa concepción que los medios de comunicación han idealizado del hombre y las islas del archipiélago. Este contraste sorprende y estremece -y a veces violenta los sentidos- pero cautiva profundamente por la belleza del lenguaje y la permanente sensación de estar descubriendo una nueva cara –insospechada- de este archipiélago mágico.
Reaparece el trencito de Chiloé
ENTRE BARCOS Y TRENES, del novel escritor Juan Pedro Miranda, es una obra de lujo. Una joya literaria por el hermoso diseño realizado por el notable Oscar Lermanda y por el rescate de imágenes de la primera mitad del siglo XX de un Chiloé perdido, desconocido y oculto, que reaparece luminoso gracias a las memorias de Juan Pedro Miranda, que recrea en las 130 páginas del libro, la realidad que le correspondió vivir en torno al Puerto y a la Estación de Ferrocarriles de Castro en la década del 60. Se rescata así la bullente vida del Puerto Libre y la febril actividad de las estaciones a la llegada o salida del trencito de trocha angosta que corría entre Castro y Ancud entre 1912 y 1960, dando vida al comercio y a los campos aledaños a la vía, como también a los estudiantes, que usaban ese medio de transporte para acudir a estudiar a Ancud, cuando esta ciudad era el centro cultural de la isla.
Medardo Urbina Burgos
Director Editorial Okeldán.