Me dicen que llega un momento en que la vida se convierte en una zona de invierno donde prevalece la lluvia; y que la campana cada vez se reduce más, hasta que finalmente las goteras se convierten en nuestros hermanos, parientes, amigos, amores… Nada tiene que ver esto con el presente invierno, pero no deja de ser una metáfora real; pues, nuestro amado poeta Aristóteles España, hijo de la Isla de Chiloé, es tal vez una de las primeras goteras que cae en estos días, una gotera que fertilizará el territorio de nuestra poesía con su legado que es patrimonio de nuestros haberes culturales.
Sabíamos de su poesía cuando volvió a Chiloé a fines de la década del 70 y también de sus días de estudiante allá en Punta Arenas, cuando en pleno golpe de Estado, siendo apenas un adolescente fue conducido al Campo de Concentración en Isla Dawson, tal vez por ostentar la incipiente fama de poeta. Ese siniestro episodio de nuestro sistema republicano, implementado por la dictadura terminó seguramente con sus sueños. Pero a nosotros nos gusta recordarlo, cuando juntos organizábamos recitales de poesías en la sitiada ciudad de Castro, participando en talleres de literatura, teatro y canto con los nuevos poetas y artistas que hacían presencia en Chiloé, como la primera muestra de resistencia cultural juvenil en plena represión militar. Todo esto a pesar del Plan de Empleo Mínimo (que aún persiste), a pesar del feroz saqueo al Sistema de Previsión Social en Chile, que cayó en manos de las Administradoras de Fondos de Pensiones, del escamoteo a la Salud Pública, la Educación y todo lo que el noeliberalismo republicano ha sido capaz de llevarse para su casa.
En Castro lo conocimos, sabíamos de su agradable conversación y su fe en la palabra; pues, sabía que una palabra opera como una gota de lluvia, que cuando se juntan todas, arrasan como una torrente de fuerzas sociales, las mismas que vemos hoy, reflejadas en la actitud esta nueva generación y de la cual los jóvenes poetas del Aumen, alguna vez fueron sus dignos antecesores para decir NO a la barbarie, aquí al sur del Mundo. Evoco las circunstancias sociales que nos tocó vivir, porque Aristóteles España era un poeta de las causas que movilizan a los pueblos, sabía que la comunicación finalmente se convierte en comunidad mucho antes de que se inventara el internet; y era precisamente ese sueño, el que compartíamos en esos días lo que nos trae a la memoria el recuerdo de nuestro amado poeta chilote. No lo vamos a despedir con llanto ni falsos lamentos, él no se merece esa parodia; al contrario, lo vamos a saludar una vez más, leyendo sus poemas, recordando anécdotas – que son muchas – porque vamos contar con fruición que entre nosotros anduvo un poeta combatiente y que seguirá siendo uno de los nuestros.
Hector Véliz Pérez-Millán
Escritor
http://hectorvelizpm.blogspot.com/