Ni los molinos quedan ya en este mundo
Ni Sanchos ni Quijotes, ni sus cabalgaduras
Se perdieron ya en alguna grieta de La Mancha
En algún burdel, o una cantina, o tal vez en una cárcel
¿Quién sabe?...
Tras Rocinante fueron cayendo uno a uno
La adarga ya no en ristre, el abollado escudo
Y el “Yelmo de Mambrino” que tanta ilusión
Y sudor costó para robárselo al pobre barbero
(Éste huyó despavorido…¡de susto!...¡sin duda!...¡de susto!)
Dejó al hombre de la luenga barba embelezado
Fascinado con su nuevo botín
Zumbando en su enferma mente
Nuevas aventuras, nuevos enemigos
Y otros molinos
Que embestir y derribar.
¡FORZA SANCHO! …¡QUE YA LOS TENEMOS HOMBREEEE!
Y Sancho que sigue tras su amo
No comprende dónde se han quedado
Los monstruos que su amo ve a cada rato
¡Ya no quedan monstruos en este mundo! …¡Sancho!
¡Maestro! –Dice Sancho finalmente!
¡Maestro!...¡Ya tampoco quedan quijotes
en este mundo!...¡Maestro!
Y es mejor –yo se lo digo-
Que nos dejemos de perseguir espantos
Fantasmas y dragones, elefantes dorados
Y doncellas imaginarias
¡Se lo pido ya Maestro!
Quedémonos aquí en este mismo punto.
¡Volvamos a la realidad Maestro!
Comamos un trozo de pan y tomemos un trago de vino.
Y echémonos a dormir –que cansados ya estamos-
Tal vez al despertar…
Tal vez Maestro…
Tal vez el mundo entonces sea distinto…
Tal vez…Tal vez…Tal vezzzzzzzzzzZZZZ.