A la sombra de los sicómoros floridos

(Recordando a Pacián Martínez Elissetche)


Pacian05Pacián Martínez Elissetche
había fallecido en la madrugada del 08 de diciembre de 2011, aquejado de un cáncer gástrico. Su esposa me llamó ese día muy temprano para darme a conocer la aciaga noticia. No en vano fuimos amigos en vida y tuve la misión de buscar, encontrar y tratar el mal que aquejaba a Pacián, en una sucesión de hechos penosos que se iniciaron en enero de ese año. Era muy temprano cuando me vi caminando por las calles de Concepción con mi maletín de médico. El día estaba luminoso y la brisa fresca me golpeaba el rostro; algunas señoras beatas caminaban portando ramos de laurel para ser bendecidos por el cura en la primera misa de la mañana. Yo caminaba en silencio mordiendo mi pena y rememorando las circunstancias en que conocí a Pacián cuando ambos éramos profesores de un instituto preuniversitario por allá por 1970. Él hacía las clases de Castellano y Literatura y yo -que era un estudiante de Medicina y Biología- dictaba las clases de Biología Celular y Genética.

 

El Instituto Bernardo O”Higgins del Señor Isla

Pacian08Y el tiempo nos fue juntando en diversas circunstancias. Me gustaba escucharlo hablar en los momentos del “recreo de las 10 de la mañana”; su voz tenía una sonoridad magistral, era clara y potente y de expresión a la vez amable y categórica con una modulación propia del académico superior que él era. El instituto era el del Sr. Isla y funcionaba en una vieja casona de madera de dos pisos a media cuadra de la Plaza de la Independencia, en calle Caupolicán. Varios años más tarde nos juntamos para publicar una monografía sobre los Pehuenches, que Pacián tuvo la gentileza de poner en el papel cuando él era el Director de la Gaceta del Bío-Bío. Aceptó mi texto y seleccionó las fotografías que yo había tomado en mi periplo por el Valle de Trapa-Trapa en las faldas del volcán Copahue y del Cayaqui, en los bosques de araucarias y en los pequeños poblados pehuenches que salpican las riberas del río Queuco a poco de nacer en el Chanchocó, en plena zona cordillerana, territorio de los pehuenches. Y nos hicimos amigos. Más tarde lo acompañé a Chome para hacer un reportaje a la última ballenera que funcionó en Chile: la ballenera de los hermanos Macaya. Tomamos fotos y Pacián entrevistó a los últimos balleneros de chalupa a remos y arpón, como Don Mauricio Moya cuya imagen y electrizante relato perviven en las páginas del diario El Sur de esos años.

Varas, Edwards, Arteche… Gonzalo Rojas


Pacian01Y nos seguimos encontrando en las conferencias que él organizaba para los grandes escritores nacionales como Jorge Edwards o José Miguel Varas o Miguel Arteche, o los grandes poetas como Gonzalo Rojas. Con ellos compartía una profunda amistad, y los traía a la ciudad para llenar de emociones a los amantes de las letras y elevar de paso el nivel de las actividades culturales de la urbe penquista.

Pacian02También nos encontramos en las reuniones de cine que él organizaba ya sea en el Instituto Chileno Norteamericano de Cultura, o en la Sala Andes o en la Sala de Conferencias del Laboratorio Saval o en la sala cine del Colegio Médico en las que Pacián exponía verdaderas clases magistrales sobre las cintas que se verían a continuación o analizaba determinados pasajes del film haciéndonos descubrir detalles bellísimos aparentemente insignificantes pero que permitían comprender la fineza o la profundidad intelectual del Director. La voz de Pacián resonaba en la sala con la certeza y la claridad de un experto que dominaba profundamente el tema y abría los ojos y los sentidos de nosotros, los neófitos que nos dábamos cuenta que poco o nada sabíamos de cine, ante la plenitud de conocimientos de Pacián. Sus charlas sobre cine fueron sin lugar a dudas su mayor contribución a la actividad cultural en la ciudad; contribución que muchos han reconocido y pocos han agradecido.

 

Su paso por el Diario El Sur


Pacian06No hay que olvidar los centenares a miles de páginas, columnas y escritos, reportajes y editoriales publicados en el diario El Sur de Concepción, bajo la firma de Pacián Martínez Elissetche, editadas a partir de de 1977 hasta los primeros años del presente siglo, sobre las más diversas temáticas, destacando aquellas del quehacer cultural de la ciudad donde emergió sin duda con una envergadura sobresaliente. Y una vez que abandonó el diario en 1997, trabajó como Director de Extensión Universitaria de la universidad del Bío-Bío junto a la periodista Anne Marie Maack de brillante trayectoria en la ciudad, donde Martínez continuó desarrollando con mayor ímpetu y eficiencia su valioso papel de Promotor Cultural, actividad de la que parece haber sido el fundador, antes, durante y después de los aciagos años de la dictadura militar, período en el que se intentó anular tanto a las organizaciones culturales como a sus cultores y miembros. Pacián Martínez tuvo la valentía de seguir blandiendo la bandera de la decencia, la objetividad y la denuncia de la verdad terrible que se intentaba maquillar por esos años, ocultándola de la vista de la población.

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La Era de la Infamia

Pacian09Sergio Ramón Fuentealba, escritor y periodista colaborador en el diario El Sur por muchos años, relata en su autobiografía (inédita) los momentos difíciles de sus vidas, las persecuciones, los atropellos, las palizas a las que fueron sometidos varios periodistas –entre ellos Pacián - a manos de militares, marinos y carabineros. Don Sergio Ramón contaba que ese día del 11 de septiembre de 1973 ambos estaban en la Escuela de Periodismo de la Universidad de Concepción –donde ambos hacían docencia- y súbitamente fueron rodeados por militares, golpeados de pies y puños y recibieron culatazos de fusiles de guerra. Gritos e insultos a diestra y siniestra, fueron tratados como lo peor, degradados a la mínima condición del ser humano, denigrados, escupidos y pateados, escuchaban a la cara acusaciones falsas: ¡comunistas! ¡extremistas! ¡vende-patria! Buscaban armas imaginarias e insultaban todo tipo de mentiras en un vano intento de los militares por justificar sus denigrantes atropellos a los docentes. Sometidos a apremios ilegítimos, fueron privados de libertad y conducidos atados de pies y manos en un camión militar hasta la Base Naval en Talcahuano y luego conducidos en barcazas junto a otros profesionales, hasta la Isla Quiriquina donde fueron sometidos a agobiantes interrogatorios, simulacros de fusilamientos y torturas durante tiempo variable. Poco o nada de lo que sus familiares les llevaban a la Base Naval llegaba a ellos. La mayoría de los alimentos, útiles de aseo, ropas, mantas y objetos de abrigo…nunca llegaron a su destino. Don Sergio Ramón fue dejado en libertad a pocas semanas de su aprehensión debido a que echó mano al vínculo familiar con el Ejército de Chile (varios de sus familiares directos pertenecían a la Institución), pero Pacián permaneció en la isla por cerca de dos meses. Martínez nunca quiso hablar del tema, lo rehuía, en un vano intento por olvidar los hechos de aquellos funestos tiempos… tiempo que el escritor argentino Julio Cortázar denominó “La era de la Infamia”.

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“El Grupo Libre de Arte”

Pacian03Más de alguna vez el escritor y periodista Sergio Ramón Fuentealba, activo colaborador del Diario El Sur de Concepción y entrañable amigo personal de Pacián Martínez Elissetche, me contó detalles de la vida estudiantil de ambos en el Liceo Enrique Molina de Concepción, donde compartían clases, cursos e inquietudes con los hermanos Jaime y Enrique Giordano, el hijo de Daniel Belmar (el autor de Roble Huacho, Coirón y otros títulos de obligada lectura en los programas escolares), el poeta y escritor Ramón Riquelme, Oscar Vega, que posteriormente llegaría a ser un notable periodista y Hugo Muñóz Cifuentes, que más tarde llegaría a florecer como artista plástico, grupo de adolescentes que solían evadir las clases más lateras del colegio, saltando la pandereta que los separaba del Parque Ecuador. En efecto, la verde tranquilidad del parque, su silencio, la presencia de la cascada que aún sigue fluyendo hasta nuestros días, eran un irresistible atractivo para los jóvenes literatos. Entre sus habituales correrías, los juveniles escritores acudían al puesto que por allí tenía una señora dedicada a la artesanía que además se hacía acompañar de una guitarra y solía cantar canciones de su propia autoría. A los jóvenes les gustaba escucharla y a veces solían cantar con ella. Con el tiempo la señora en cuestión se fue del Parque Ecuador y de nuestra ciudad. Se radicó en Santiago y desde allí saltó a la fama internacional: sus canciones –las mismas que los jóvenes cantaban con ella- se escucharon cada vez con más frecuencia y popularidad en las radios y en los escenarios. Ella recorrió el mundo y se radicó un tiempo en Paris… dicha señora era nada menos que la mismísima Violeta Parra.

Pacian11Fue en ese tiempo – y en una se aquellas “escapadas” de clases desde el Liceo Enrique Molina Garmendia, que estos jóvenes decidieron formar el “Grupo Libre de Arte”. Era el tiempo de primavera sin duda pues los árboles del parque esparcían sus aromas y dulzores por el aire diáfano de la mañana. Los estudiantes fugados juraron dedicarse a escribir, hacer poesía, cultivar y difundir el arte en todas sus expresiones. Sergio Ramón Fuentealba me aseguró que la expresión poética del nacimiento de este fructífero grupo de jóvenes: “Bajo la sombra de los sicómoros floridos del Parque Ecuador de Concepción nació el Grupo Libre de Arte, una soleada mañana de primavera del año…” surgió de la pluma de Pacián Martínez Elissetche. 

Era la primavera de 1952. Este interesante grupo de jóvenes vio nacer de entre sus filas a poetas, escritores, literatos en general, periodistas, actores y gente de teatro, pintores y grabadores, músicos y compositores cuyos aportes particulares en cada una de las áreas en las que cada uno de ellos se ha desarrollado, han contribuido poderosamente al enriquecimiento de nuestra cultura regional y nacional, algunos de los cuales -como el poeta Ramón Riquelme ( quien reside en Quinchamalí) o el brillante académico de las letras Enrique Giordano ( quien reside en los Estados Unidos) mantienen aún viva la luz de aquella llama juvenil que empezó a brillar en 1952 “bajo los sicómoros floridos del Parque ecuador de Concepción”.

Escrito por Medardo Urbina Burgos en el tiempo en que el viento barre las hojas de los parques, como un homenaje y a la memoria del Periodista y Escritor Pacián Martínez Elissetche y a los miembros del Grupo Libre de Arte.

Parque Ecuador, Concepción, Otoño 2014

Agredecimientos
Agradezco a la familia, esposa e hijos de Pacián Martínez, por su información y fotografías proporcionadas para este artículo.

+56 994147519

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