Premio del CNCA:
El tesoro humano que se hereda de nuestros ancestros
El reconocimiento, que recibieron 13 “componedores de huesos” de Tirúa, es un premio al trabajo intercultural en el área, que ya se prolonga por varios años en la comuna.
Al sur de la Región del Bío-Bío, y casi en el límite con la IX Región, se encuentra la comuna de Tirúa. De población predominantemente mapuche -y tierra del notable artista y grabador Santos Chávez-, ha sido víctima, en reiteradas ocasiones, de estigmas y caricaturas, que la signan como zona de conflicto y violencia, lo que opaca su riqueza histórica, cultural y turística.
Luchando contra esos rótulos injustos, desde la propia Municipalidad de Tirúa se han impulsado a través del tiempo diversas actividades interculturales, como el reciente Encuentro de Poetas Mapuche, cita inédita en el país, que reunió en el mes de junio a una decena de voces selectas de este pueblo originario, para que compartieran su obra y su pensamiento con el público y con académicos de diferentes universidades del país.
Poetas como Elicura Chihuailaf, Leonel Lienlaf, Rayén Kvyeh o Joel Maripil, de reconocida y valorada trayectoria en Chile y en el extranjero, representaron a los más de 100 vates mapuche que hoy han sido publicados, tanto en textos individuales como en antologías del género.
Otra muestra del éxito de este trabajo intercultural, que es promovido desde el sistema público, es lo ocurrido con 13 “componedores de huesos” (Ngütamchefe) de la comuna, quienes, de acuerdo a lo que informó recientemente el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes (CNCA), fueron distinguidos este año como Tesoro Humano Vivo de Chile.
El galardón, que forma parte de un reconocimiento de la UNESCO, se otorga en nuestro país desde el año 2009 y busca premiar a cultores y cultoras que contribuyen a la salvaguardia de manifestaciones de patrimonio cultural inmaterial, desarrollando su labor en alto beneficio de sus comunidades y de todos los habitantes del territorio nacional.
El reconocimiento de este año distinguió por primera vez un oficio del ámbito de la salud; en este caso, de la medicina tradicional mapuche. El Grupo Ngütamchefe de Tirúa está conformado por 13 agentes de salud activos, que ejercen su arte de manera independiente dentro de la comuna, pero en permanente relación con los procedimientos alópatas. El jurado consideró, precisamente, que integrar su oficio a las prácticas médicas del sistema público, concretamente al Centro de Salud Familiar (Cesfam) de la comuna, significaba un aporte al trabajo intercultural en el área. Conscientes de su importancia, fue el propio Cesfam de Tirúa el organismo que hizo la postulación, y para ello contó con el apoyo de la Oficina de Cultura de la Municipalidad. Cabe destacar, por otra parte, que ésta es la segunda vez que el reconocimiento recae en cultores de la Región del Bío-Bío, y que, además de los Ngütamchefe de Tirúa, fue galardonada la Unión de Artesanas de Quinchamalí.
Un oficio ancestral
Los “componedores de huesos” conocen la forma, posición y funciones de la estructura ósea humana y poseen gran habilidad, tanto en la evaluación palpatoria como en las maniobras tendientes a aliviar problemas derivados de fisuras, luxaciones, esguinces y fracturas. También son conocedores de las propiedades de las hierbas medicinales con fines terapéuticos, especialmente aquellas que se usan para el manejo de dolores musculares, hematomas y contusiones, a lo que suman la preparación de emplastos de cenizas, cáscaras de huevo y otros elementos, para disminuir el dolor agudo y crónico.
Además, han contribuido fuertemente a la preservación de las tradiciones ancestrales y a la transmisión del conocimiento de los antepasados a las nuevas generaciones. Es el caso de Reginaldo Freire Valenzuela, Juan Manuel Antilao Yevilao, Juan Mellado Nahuelpán, Pedro Pablo Nahuelpán, Emeterio Millanao, Juan Carripán Liguempi, Juan Carripán Rodríguez, José Huenupil Nahuelpán, Eleuterio Flores Jeldres, Faustino Huenupil, Emerildo Yevilao, Margarita Huenchumán y Ana Coloma Sepúlveda, quienes se impusieron a más de 500 postulantes de todo el país. Este año, el CNCA premió a tres cultores individuales, que recibirán 3 millones de pesos cada uno, y tres colectivos, que se harán acreedores a un estímulo de 7 millones de pesos para cada grupo.
El Cesfam de Tirúa -con su directora, Marcela Fierro; la encargada del Equipo Intercultural, Sandra Ibarra; y los kinesiólogos María Isabel Rivas, Carlos Martínez y Cintia Aguillón- lleva varios años trabajando con los Ngütamchefe, en una labor conjunta de apoyo y colaboración. Como explica María Isabel Rivas, cuando un “componedor de huesos” determina que su oficio no puede curar la dolencia de un paciente, lo deriva inmediatamente al sistema público de salud para que sea evaluado y tratado por profesionales del área.
Revalorización de un arte
Históricamente, la medicina alópata ha desdeñado las prácticas no convencionales y aquellas cultivadas por los pueblos originarios. En el caso de Chile, durante mucho tiempo se persiguió a quienes las ejercían y sólo gracias a la simbiosis intercultural que se realiza en determinadas localidades, se han logrado cambiar los paradigmas existentes, y se ha respetado el conocimiento y la labor de los cultores que crecieron y se desarrollaron en la tradición.
Emeterio Millanao, uno de los “componedores” reconocidos, señala que heredó el don de su abuelo, pues él podía arreglar huesos que se hubieran dañado. Para desplegar ese don, vive rodeado de un hermoso entorno natural en el sector de Puente Tierra. Juan Manuel Antilao, de 65 años, en tanto, dice que desde los 14 años se dedica a “componer huesos”. Para él, este talento se recibe de manera misteriosa y sobrenatural, y por eso no es privilegio de todos el tener la capacidad de ejercer este arte. Mientras lo dice, me examina las manos, afirmando que hasta su casa de Ranquilhue Chico llegan muchas personas que se han fracturado, pues “nadie está exento de sufrir este tipo de percances”.
En el grupo destacan con luz propia Juan Carripán Rodríguez, del sector de Alto Quilantahue, el más longevo de los premiados, quien, a sus 90 años, sigue activo en su oficio; y Reginaldo Freire, de 77, que ya cumplió 55 años trabajando. Hace poco más de un mes recibió la visita del antropólogo Patricio Riquelme Luco, quien es productor de la serie de Televisión Nacional de Chile, Frutos del País. Impresionado por su figura y su talento, Riquelme planea incorporarlo a un reportaje que se grabará en la localidad de Quidico a comienzos de octubre de este año. Por esas paradojas de la vida, ocupa bastones para desplazarse, y la viudez reciente le ha propinado un duro golpe en el alma. Sin embargo, en su casa, ubicada en el sector alto de la caleta, sigue practicando el secreto ancestral, ese que descubrieron otros hombres y mujeres, siglos antes que él, cuando la tierra de los antepasados aún no se había empapado de sangre.
Artículo publicado en el diario "EL Sur" del día 27 de Julio de 2014. Reproducido en Editorial Okeldán con autorización del autor.