Ingresar a las páginas de este libro es adentrarse al Chiloé de inicios del siglo XX, al quehacer cotidiano de un villorio cercano a Chonchi y al interior de una familia de marineros chilotes, donde se generan las más diversas, entretenidas y sorprendentes iniciativas, viajes y circunstancias que enriquecen un relato lleno de términos y expresiones locales. Así surgen los guaitequeros chilotes, los nutrieros, los pajareros o los loberos que acudían al sur en lanchas, chalupones y lanchones a vela empujados por el viento más allá de las ventiscas y marejadas del golfo Corcovado. Hombres y barcas adquieren vida en el realto de Azócar, y se adentran a la niebla del tiempo para perderse durante meses entre las islas y los canales de las Guaitecas, dejando mujeres y familias a la espera del glorioso regreso con el producto del trabajo de varios meses de ausencias. Pieles de chungungo, de lobo o de nutrias marinas, cargamentos de ciprés de las Guaitecas, peces secados al humo, cholgas en sartas, traen estos hombres como producto de su trabajo.