FALLECE A LA EDAD DE 101 AÑOS.
La triste noticia ha llegado por el correo esta mañana, de parte del poeta chilote Carlos Trujillo, quien reside en Pensilvania USA. Trujillo nos hace legar una carta escrita por Paula Rogovin, la hija menor de Milton, quien informa que su padre acaba de fallecer en su domicilio en Buffalo, estado de Nueva York a la edad de 101 años el día 18 de Enero de 2011. La carta agrega que Milton Rogovin, murió en paz y tranquilidad, rodeado por el cariño y la compañía de sus familiares más cercanos: hijos, nietos y bisnietos.
La noticia ha calado hondo en nuestros corazones, porque fue Milton Rogovin el mismo fotógrafo norteamericano que quiso venir a Chile a fotografiar la realidad de la pobreza en este rincón del mundo. Entonces se puso en contacto con Pablo Neruda, por medio de varias cartas escritas de puño y letra entre 1966 y 1967. Un día golpeó la puerta de Neruda un hombre de mediana estatura, cargado con cámaras y otros artefactos. Explicó que deseaba fotografiar “la verdad de la pobreza en Chile”. Neruda le dijo: “para eso tendrá Ud. que ir a Chiloé, pues es la provincia más pobre de Chile”. Neruda se comunicó con Francisco Coloane y este le señaló que debería ir a Quemchi y que debería llevar un paraguas negro, pues el territorio insular “es muy lluvioso”. Neruda le dio también el nombre de una amiga de confianza: Luisa Chijani, quien acogió a Rogovin en su domicilio en Ancud y lo guió para que el fotógrafo llegara a Quemchi.
La aventura de Milton Rogovin en Chiloé duró dos semanas en las que perpetuó imágenes de niños, jóvenes y adultos; campesinos, boteros, tejedoras, casas, barcos a medio construir, trineos, familias campesinas de Quemchi y alrededores. Las imágenes quedaron olvidadas en la casa de los Rogovin por cerca de 40 años, hasta que llegan a manos del poeta chilote Carlos Trujillo y éste –impresionado por la calidad de las fotografías- escribe sendos poemas inspirados en ese vestigio maravilloso de un pasado chilote profundo y genuino, que ya no existe. Surgió así la idea del libro NADA QUEDA ATRÁS, editado por Isla Grande (ahora Editorial Okeldan) bajo el diseño del MAM Chiloé y la conducción de Edward Rojas y Eduardo Feuerhake. El libro salió a la luz en 2007 que Rojas califica como “El doble retrato de la verdad”.
NADA QUEDA ATRÁS, es el aporte maravilloso de Milton Rogovin y Carlos Trujillo a Chiloé. En él perviven en imágenes, gentes sencillas de nuestro islario, que gracias a Milton han roto las barreras del tiempo y seguirán riendo, mirando, o llorando desde la inmovilidad del papel, el lanchero de las islas Desertores, el niño descalzo que va a la escuela o la niña de Pobreza y soledad: pobreza doble o aquel cieguecito de la calle Blanco de Castro que no se dio cuenta del fogonazo de Milton Rogovin cuando lo eternizó en el instante en que –acompañado de su acordeón- cantaba Caminito aquella melancólica melodía que acompañaba nuestras miserias en aquellos tiempos.
Hoy nos avisan que Milton Rogovin ha muerto y sentimos encoger el corazón…y me viene a la memoria aquel día en que esperábamos lanzar en Quemchi ese hermoso libro del que he hablado. Estábamos en las inmediaciones del pueblo y de pronto el hijo de Milton, Mark Rogovin me alcanzó su teléfono celular. Había logrado comunicarse con su padre y entonces, lleno de emoción tomé el teléfono que me ofrecía Mark, salí del vehículo que nos conducía y caminé por el pastizal hablando con Milton Rogovin, ese gran fotógrafo que el Congreso norteamericano calificó y premió como uno de los más importantes fotógrafos patrimoniales del siglo XX. En mi mejor inglés le agradecí por el infinito placer que nos daba a todos quienes habíamos participado en la edición de ese hermoso libro y por rescatar del olvido a tantas personas sencillas de aquel Chiloé de mediados del siglo XX hoy ya desaparecido. Sólo le agradecí una y varias veces y la única respuesta de Milton a mis palabras fueron ¡Thanks!...¡Thanks! y luego sollozos. ¡Milton Rogovin lloraba! Lloraba de emoción. El teléfono perdió la señal y me encontré solo en medio del pastizal, pensando emocionado en ese maravilloso momento vivido, de breve pero perdurable comunicación con Milton. Mis palabras hicieron llorar a Milton Rogovin, pero era un llanto de alegría y de emoción por el agradecimiento que nosotros los chilotes le manifestamos por su maravilloso trabajo fotográfico.
Hoy nos despedimos de él –en la lejanía geográfica- pero estamos con el espíritu de este hombre bueno y sencillo, que dedicó su vida a perpetuar a la gente simple y humilde de todo el mundo y de Quemchi, ese pedacito perdido de Chiloé, a los que él llamó en vida “los eternos olvidados”.
Milton Rogovin, querido amigo lejano, los chilotes tenemos una deuda de gratitud contigo…¡Recibe nuestro abrazo póstumo, cariñoso y agradecido!