APUNTES PARA UN ACERCAMIENTO A LOS CUENTOS DE RENE DE LA BARRA SARALEGUI.
Narrativa por ausencia
BARRIO BULLICIOSO es el primer libro de cuentos publicado por René de la Barra Saralegui, psiquiatra y escritor, residente en Puerto Montt. En ésta, su ópera prima, René de la Barra, en bien dispuestas setenta páginas expone (se expone) a través de nueve cuentos –la mayoría de ellos de medida brevedad- su clara opción por el relato clásico, tradicional, proveniente de la rica cultura occidental y alimentado con las voces propias y las marcas que ha adoptado la narrativa en nuestro siglo.
Lo que acabamos de afirmar no es menor sino que corresponde al piso en el que se asienta el trabajo expresado a través de estos nueve cuentos (o relatos como podría afirmar algún purista) en donde la síntesis, el tema y los personajes acotados, conforman el mundo que René de la Barra explota con singular calidez y eficiencia.
El libro abre con un cuento breve de fútbol, que nos recuerda de manera dispar a escritores como Roberto Fontanarrosa o Eduardo Galeano, en el tratamiento realista y disciplinado del tema. Sin embargo, René de la Barra despoja a su relato de todo tinte humorístico, como a menudo ocurre con los dos autores de la costa atlántica de nuestra sur américa. Y este despojo no es gratuito sino que responde a la necesidad de dejar que el relato avance y respire tranquilo, y no sea atosigado con una carga de humor que no necesita, pues el relato es dramático, justamente debido a lo sencillo del tema y al desenlace del mismo. LA FINAL, se titula este cuento que es sumamente importante dentro del corpus narrativo del libro en la medida que semánticamente corresponde a una sinopsis de la obra, pues en él se nos entregan, de manera evidente, las marcas estructurales que fundamentan la narrativa de este escritor de Puerto Montt, a saber, paisajes de la cotidianeidad, uso severo de un lenguaje claro, concreto, con sesgos sutiles de la norma coloquial, ausencia de decorados escenográficos, opción por la “objetividad” de los hechos.
LA FINAL es -como acabamos de afirmar- un manual de cómo debe escribirse un cuento eficiente más que espectacular, como suele suceder con tanto relato que cruza hoy en día nuestra narrativa contemporánea. LA FINAL, desde esta perspectiva, está trazada por un par de sucesos claves e imprescindibles, más una doble pérdida, el del partido y la muerte de un hincha. No hay nada más, (aparentemente no hay nada más), pero en ello reside el impacto del cuento, en que los decorados de la ausencia representan una acertada opción para el lector, una invitación para decirle que complete ese “resto” de lo no dicho, ese partido de fútbol o pichanga que puede ocurrir en cualquier cancha latinoamericana, de ciudad pequeña o de barrio, o incluso de potreros.
La economía de recursos que utiliza René de la Barra pareciera que son la proyección natural de lo que se piensa y se expresa en un micro relato, tal vez por el lenguaje medido (ausencia de calificativos u otros adjetivos) o la cosmovisión y estructura de relato a la que hemos aludido más arriba. Esta situación se repite en BARRIO BULLICIOSO, donde el narrador aborda con especial atención el paisaje interior de un oficinista estresado, neurótico por culpa del trabajo y el medio ambiente que lo atosiga. De manera tal que el suicidio no es siquiera un posible, un alternativo, sino la única y verdadera salida. Por eso, al igual que el primero, es un cuento dramático, porque a su manera recrea, con otra vuelta de tuerca, el concepto del trabajo inútil del Sísifo de Albert Camus, pero sin la resignación de trasegar día a día por el mismo derrotero. Con ello, está claro para el autor, que en nuestro tiempo ni siquiera hay tiempo para la resignación.
En el único relato donde René de la Barra apuesta por un flash back sutil, por la insinuación de un montaje temporal es aquel donde la protagonista es una joven ¿DONDE ANDARA LA CLEMENTINA?, y en donde al autor crea y recrea un laberinto con posibles lecturas que van desde la muerte, la desaparición, o incluso el infanticidio.
AMOR FUGAZ es otro de los cuentos que nos muestra la cotidianeidad con su severa contingencia, su violencia más actual y casi normal, el autor describe el encuentro entre un obrero y una muchacha que lo seduce para que la pareja de ella termine por asaltarlo llevándole todo el jornal del mes. EN EL AÑO QUE FLORECIO LA QUILA esta vez son las ratas las que determinan y definen el destino de unos seres demasiado preocupados por su trabajo y por volver a sus puestos de origen, para hacerle frente a la ratada que se adueña del desenlace del cuento.
Por su parte en EL PESO DE LOS DIAS se muestra más notoriamente las preocupaciones sociales de René de la Barra, eso que se ha dado en llamar la sensibilidad social. Es el cuento en el que el autor evidencia con extrema nitidez y lucidez el abuso social, el poder del patrón sobre el inquilinaje. Desde esta acotada perspectiva el tema del cuento es brutal, atenuado solamente por el uso medido del lenguaje, que no pretende ser diatriba ni opta por una forma más panfletaria de referir el abuso social, sino mostrar (solamente mostrar más que demostrar) el destino de un hombre impedido de llegar al hospital por falta de permiso para ir a ver a su mujer agónica que finalmente muere en el recinto hospitalario.
HISTORIA CON DOBLE FONDO es tal vez el relato más débil del conjunto, merced a que, de manera un tanto forzada se quiere hacer verosímil a partir de un recurso lingüístico que no se resuelve totalmente. Fuera de ese detalle el relato se arma y justifica a partir de esta especie de intrahistoria o leimotiv donde “Pablo, que no es Pablo”, concentra y conserva las características fundamentales de todos los otros personajes que habitan estas páginas.
El libro nos entrega y nos describe un crimen en AMOR ENARDECIDO, cuyo personaje, un sicópata de baja calaña asesina a una mujer y termina robándole la cartera, para encubrir sus propios desvíos. El libro concluye con EL CIRCO, en donde un personaje se enamora de una acróbata a quien no ha visto en un año y al saber que el circo regresa al pueblo, con varias copas de más retorna a buscarla, siguiéndola por la pista circular ante la hilaridad de los asistentes y la impresión de los propios integrantes del circo.
Ethos y pathos narrativos de René de la Barra
Lo urbano y lo que se sitúa fuera de él, pero es alcanzado por la proyección del primero -ambos como conceptos de poder- ha sido la preocupación de una buena parte de la intelectualidad de la última década. Las relaciones de poder (incluye la comunicación, el conocimiento) entre ambos extremos, y la marginalia de uno de ellos merced a la imposición del otro (no olvidemos que la lengua se registra y se formaliza en lo urbano, así como la propia escritura que se “legitima” en tanto libro dentro de los límites de lo urbano) son parte importante de la narrativa de René de la Barra Saralegui. El hacer patente esta no tan nueva dicotomía donde se expresa con mayor claridad el alcance de la denominada posmodernidad. Por ello, no es artificial que la mayoría de los personajes del libro provengan de los sectores no urbanos, o no completamente urbanos, según se analice bajo la usanza de las lecturas actuales.
Por ello gran parte de los personajes de BARRIO BULLICIOSO son seres vulnerables, escuetos, y se proyecta desde ellos, amén de su pobreza, su propia precariedad cuando son enfrentados a un medio cuyos códigos ignoran en sus manifestaciones más obvias.
La hibridez cultural así como la mezcla de diversidades sociales dentro de nuestras ciudades, todavía no son claras para los seres de René de la Barra Saralegui. De allí que sus personajes sean sencillos (pero nada de simples) pues los signos de los tiempos posmodernos aún no han sido conocidos ni decodificados en su totalidad por estos seres que son asaltados, burlados, rotos, terminando con el producto de sus respectivos trabajos en manos de la violencia, el descrédito, o en la muerte misma. La violencia está institucionalizada y algunos la sufren con mayor rigor que otros, de allí esta galería de personajes perdedores de cuya interioridad el autor nos muestra retazos, fragmentos, paisajes del horror o al menos de honda irracionalidad, de tiempos diferentes que corren a velocidades también disímiles.
Son personajes que no tienen tiempo para vivir a sus anchas en un tiempo como el nuestro. Son personajes cuyos códigos de ética están en otra parte, más allá de lo que aparentemente es la normalidad actual. Los personajes de René de la Barra Saralegui no tienen tiempo para ganar, para “progresar”, el bullicio de la modernidad no toca a sus puertas. Desde esa perspectiva el título del libro abarca por oposición lo que muestra y devela. También la pérdida tiene su bullicio, aunque las vidas expuestas sean planas, dentro de un paisaje externo que también lo es. No olvidemos que dentro de BARRIO BULLICIOSO apenas si nombra el paisaje que para otros es una bella tarjeta de postal turística. Apenas si aparece la lluvia, el esbozo de una terminal, algo de verde, un borrador del viento, cierto galpón. Dentro de esa lógica tampoco existe la parafernalia, a modo de explicación o al menos de justificación, de una muerte violenta, de un asalto, de una desaparición, de una traición. Y hace bien el autor, pues la atención sobre estos hechos es un asunto demasiado nimio en nuestros días. Son cuestiones de tan poca importancia, tan normales e imperceptibles, con tan poco pedigree social, que no vale la pena fijarse en ellas. Basta con enunciarlas.
Por último, René de la Barra, escrupulosamente perceptivo de la vida actual, sabe que escribir cuentos breves es un asunto de suma urgencia para lectores apurados que viajan al trabajo dentro de un bus atestado de pasajeros, bochorno e incomodidad. O para los que deben mamarse el metro, o comer apresurados la colación del medio día. Se debe, entonces, escribir para acompañar al lector, sin la necesidad de convertir el cuento en una marcha, un decurso de juicios morales, o un apunte para un capítulo de filosofía, disciplina que por lo demás en nuestra época está de capa caída. Por otro lado, el mensaje de la narrativa del siglo XXI así lo expresa.
Pues bien, a esta afirmación y reafirmación del narrar clásico, a este “gesto transparente de escribir cuentos transparentes”, se le saluda por estar presente en este el primer libro de René de la Barra Saralegui, y se le agradece y celebra porque hay marcas evidentes de que será persistente en la narrativa que viene de la mano de este narrador nuestro, de la suralidad nuestra.