Escrito para Roberto Alifano Editor de la revista PROA
“Mis discursos se tornaron violentos y la sala del Senado estaba siempre llena para escucharme. Pronto se pidió y se obtuvo mi desafuero y se ordenó a la policía mi detención.”
Pablo Neruda en CONFIESO QUE HE VIVIDO (1).
El derrotero del poeta es del todo conocido. Era el año 1948 cuando el presidente Gabriel González Videla ordenó la captura “vivo o muerto” de Pablo Neruda. Éste logró escapar ayudado por miembros del Partido Comunista de Chile, quienes urdieron un escape a través de un paso cordillerano utilizado por los contrabandistas y baqueanos más allá de los límites orientales del lago Maihue. Él no lo cuenta en su autobiográfico libro Confiero que he vivido, pero es posible que durante esa huida haya tenido que pernoctar al menos durante una noche en Concepción, como lo asegura la Sra. Mary Reichelt Villablanca, de quien transcribiré textualmente su relato:
“Tenía en ese tiempo unos 9 años y era costumbre que al término de mi jornada escolar –poco después del mediodía- pasara yo a almorzar o a tomar onces a casa una de mis tías, la Sra. Viola Nachbauer quien estaba casada con el Sr. Juan Zegers (Abogado). Vivían en ese entonces en la calle Caupolicán casi al llegar a calle Chacabuco. La casa tenía un amplio patio interior dotado de una piscina central luego de la cual había una casita de dos pisos que era la que ocupaba otra de mis tías, la tía Fanny Reichelt Nachbauer. La tía Viola hacía ya muchos años que vivía en Chile, desde mucho antes de la Primera Guerra Mundial. Así, al término de ésta, la tía Fanny Reichelt Nachbauer - que hasta ese entonces residía en Alemania- decidió venir a Chile en 1923 y fue acogida por la tía Viola. En Concepción trabajó como profesora de Francés, Inglés y Alemán en el colegio de la colonia germánica y era ella la que me recibía cada día después de terminar mi jornada escolar”.
“La relación de parentesco era por medio de mi padre: Albert Reichelt Nachbauer quien peleó por el Ejército Alemán en la Primera Guerra Mundial desde que tenía 16 años y luego de terminada la guerra se vino a Chile directamente a Valparaíso. El tío Oscar Nachbauer -que ya vivía en Chile desde fines del siglo XIX- fue a buscar a mi padre a Valparaíso, puerto al que llegó procedente de Europa por la vía marítima del Estrecho de Magallanes. Mi tío Oscar Nachbauer era en ese tiempo dueño y administrador de una empresa de Tranvías de dos pisos que corrían sobre un tendido de rieles por algunas de las calles céntricas de Concepción”.
“Pues bien, uno de aquellos días había llegado yo a la casa de la tía Fanny y me encontraba almorzando, cuando vi bajar desde el segundo piso a un señor alto, con boina y un impermeable claro, grisáceo amarillento, provisto de una espesa barba. No nos dirigió palabra alguna. Al parecer bajó a recoger algún alimento y luego subió por la escalera tan lenta y despreocupadamente como bajó”.
“Yo quedé muy sorprendida pues sin haberlo visto antes lo reconocí de inmediato por la fotografía que habían estado publicando en el diario unos días antes; diario que tía Fanny recibía infaltablemente. Yo le dije a la tía:”
---¡Tía Fanny! …¡¿No es ese el señor que aparece en el diario?!...¡¿El que andan buscando?!
La tía Fanny se espantó y me dijo seriamente” :
“---¡Marichen! –porque así me decían los tíos- ¡No debes decir nada a nadie! ¡Tú nunca has visto a persona alguna en esta casa! Porque si abres la boca y le cuentas a alguien, vas a meter en problemas a tu tío Juan, a tu tía Viola y a mí. De modo que me prometes que guardarás silencioso secreto sobre lo que has visto”.
“Yo mantuve el secreto responsablemente por muchísimos años y hasta había olvidado casi por completo el episodio de no haber sido por su pregunta ¿Conoció usted a Pablo Neruda?”
Lo que sucedió después es historia conocida: Pablo Neruda desapareció durante la noche. Ahora no como Pablo Neruda sino como el barbudo y bigotudo Antonio Ruiz Legarreta, nombre y Carnet de Identidad falsos que lo acompañaron en todo su periplo por este verde y lluvioso sur. Viajó hacia el sur, abandonando el refugio temporal que le otorgó el abogado penquista, que como muchos otros que le ayudaron en su huida, pertenecía también al Partido Comunista. El poeta llegó al Lago Ranco, siguió hacia el Este por su orilla norte hasta Llifén para luego cruzar el Lago Maihue, y se afincó finalmente en un campamento forestal que explotaba los gigantes arbóreos de raulí. Allí gozó de la protección del administrador y luego de la ayuda del propio dueño de dicha industria, que a pesar de ser de ideas políticas opuestas, demostró ser un hombre hecho y derecho que le ayudó a alcanzar la libertad más allá de la frontera.
Neruda dice de este hombre: “Pepe Rodríguez fue para mí un pequeño emperador que ordenó abrir un camino de 60 kilómetros en la selva virgen para que un poeta alcanzara la libertad”(2). En efecto Rodríguez había dicho “Si el señor Legarreta de aquí a una semana tiene impedimentos para salir a la Argentina por el paso de los contrabandistas, ustedes abrirán otro camino que llegue hasta la frontera. Pararán todos los trabajos de la madera y se pondrán todos a abrir ese camino. Éstas son mis órdenes.”(3) Felizmente no fue necesario abrir ese camino y la libertad llegó por la senda de los baqueanos, cuatreros o contrabandistas de la montaña, huella que lleva “a pasos desconocidos, tan hostiles y difíciles que los guardias cordilleranos no se preocupan ya de custodiarlos. Ríos y precipicios se encargan de atajar al caminante”(4).
El grupo alcanzó la frontera con Argentina en las proximidades de San Martín de los Andes, desde donde Neruda siguió su avance con la ayuda de contactos. El barbudo poeta alcanzó Buenos Aires y desde allí “el señor Legarreta” viajó a Uruguay – convertido ahora en otra persona- utilizando el pasaporte del novelista guatemalteco Miguel Ángel Asturias, con el cual –curiosamente- tenía un aceptable parecido. Gracias a este nuevo ardid logró salvar las revisiones de la policía argentina, que había sido alertada por sus colegas chilenos sobre la fuga del poeta. Así llegó a Uruguay como “el Señor Asturias” y de ahí, viajar a Paris fue sólo un salto feliz sin mayores tropiezos.
(1) Pablo Neruda: ”Confieso que he vivido” 2003 Editorial Sudamericana. Buenos Aires.Ar. pp. 213.
(2) Pablo Neruda: “Confieso que he vivido” 2003 Ed.Sudamericana.Bs.As.Ar. pp.221.
(3) Pablo Neruda: “Confieso que he vivido”2003.Ed.Sudamericana.Bs.As. Ar.pp.221.
(4) Pablo Neruda: “Confieso que he vivido”2003.Ed.Sudamericana.Bs.As.Ar.pp.221.
(5) Enrique Robertson “Picasso y Neruda. Hechos y conjeturas en torno a una amistad” en ATENEA Nº 489, Editorial Universidad de Concepción.2004 pp.79
(6) Sara Vial, “Neruda viaja a Inglaterra” en ATENEA Nº 489, Editorial Universidad de Concepción 2004 pp-123-136.