Aunque los acuerdos para reducir las emisiones de carbono de la Cumbre de París dan cuenta de los esfuerzos globales para minimizar los impactos de la actividad humana en el medio ambiente, la contaminación por plástico -que en su mayoría termina en los mares- continúa siendo un desafío.
La ciencia no solo tiene un rol evaluador de esta problemática, sino también tiene el deber ético de incluirse en ella, como pone de relieve la nota publicada hoy en Nature por el investigador del Departamento de Zoología de la UdeC, Mauricio Urbina, junto a científicos de la Universidad de Exeter (Inglaterra), bajo el título Los laboratorios también debieran reducir sus desechos plásticos.
De acuerdo a un estudio liderado por el Dr. Urbina, se estima que, en 2014, a nivel mundial las actividades de investigación científica generaron alrededor de 5.5 millones de toneladas de desechos plásticos. “Es nuestro deber como comunidad científica evaluar y reducir nuestros desechos plásticos”, afirmó.
Su interés por el tema comenzó con un trabajo de evaluación de los efectos del microplástico en organismos marinos, realizado en el Departamento de Biociencias de la Universidad de Exeter (Inglaterra), del cual es investigador asociado.
“Un día le pregunté a mis colegas si sabían cuánto plástico producía nuestra investigación. Al no tener respuesta, comencé a liderar un grupo para tratar de responder esto”, contó el académico.
El resultado no deja de sorprender: en 2014, como consigna Nature, el Departamento de Biociencias, con sus 280 científicos, produjo 267 toneladas de desechos. “Este dato solo refleja la realidad puntual de nuestro departamento este año, por lo que no es representativo para otros años ni para otras universidades. La idea fue estimar a groso modo cuál es potencialmente la magnitud de nuestra contribución como ciencia, estimular la discusión y tratar de cuantificar esto de manera más precisa”, señaló.
El artículo reconoce la importancia que los productos plásticos han tenido en el desarrollo y calidad de la ciencia, reduciendo contaminación, costos y ahorrando tiempo, pero también -como señala Urbina- “desafía el paradigma de producir ciencia de calidad al menor costo”.
Por eso considera que las agencias que financian la investigación debieran introducir incentivos para reducir el uso de insumos plásticos desechables, creando sistemas de lavado y reciclaje y prácticas “verdes” en los laboratorios.
De lo que ocurre en Chile no hay cifras, pero de acuerdo al investigador, lo más probable es que el uso sea menor. “Países muy desarrollados, como Inglaterra, no invierten horas hombre en limpiar los utensilios de laboratorio ya usados. Sólo se botan y se usan unos nuevos. Por mi experiencia en Chile, algunas cosas de laboratorio se lavan muy bien y luego se vuelven a usar. Esto básicamente por un tema de costo, pero es indirectamente bueno para nuestro planeta”, indicó.
Artículo extraído del periódico PANORAMA de la Universidad de Concepción.