Fue el poeta y escritor chilote Carlos Trujillo el que nos advirtió.
En efecto, a un grupo de no menos de 140 amigos que él tiene desparramados por todo el mundo, nos dijo que leyéramos con atención los escritos que el Profesor Luis Mancilla publicaba cada viernes en el diario chilote “El Insular”. Y dijo también que él creía que sería muy bueno, y necesario que Mancilla publicara un libro resumiendo las sabrosas historias que suele contar en el diario. Desde esa extraordinaria ocasión, muchos -o casi todos- los amigos del profesor Trujillo, accedimos al link e ingresamos a la página correspondiente del diario. Y así fue cómo cada viernes fuimos leyendo, conociendo, revolviendo los textos publicados en ese diario, bajo la firma de Mancilla. Y fue como haber descubierto uno de esos tesoros que se buscan para “San Juan” en las noches invernales en las pampas y campos de Chiloé, porque fueron apareciendo una de historias, en las que se mezclan equitativamente la realidad y la fantasía, lo material y lo mitológico, el sudor real del caminante avezado y la fábula más exquisita, aportada por la “magia” de la literatura nacida de la pluma de Mancilla y enriquecida en el ambiente prolífico de accidentes geográficos del archipiélago chilote.
Leer a Mancilla es como entrar a otra dimensión del humor literario, ingenioso, dinámico, alegre, espontáneo y simple, como es el diálogo de los pescadores en La Playa de Castro, que Mancilla escuchaba cuando niño, con los primeros destellos luminosos de los diáfanos amaneceres del bordemar chilote. Mancilla dice que uno de los buzos aseguraba que estuvo mucho tiempo bajo el mar mientras sus compañeros le daban a la manivela en ese tiempo de los buzos con escafandra y zapatos de plomo y dice que el buzo no subía nunca. ¡Claro! Era 21 de mayo y por eso se encontró que en lo profundo del mar, se entretuvo apostando a unos pulpos que corrían “carreras a la chilena”. O la de otro buzo mariscador que vio a un pulpo sobre una gran roca que se encontraba predicando el Evangelio ante una numerosa concurrencia de peces de distintos tamaños, pero todos estaban ordenaditos, con las aletas pectorales juntas, como rezando…y ¡calladitos!
Acompañaremos al Che Guevara en su penoso deambular, sudoroso y asmático por los bosques de la Cordillera de Piuchué, por donde –según Mancilla- anduvo –a sugerencia de Pilchitas- acompañado por José Nonque, con miras a iniciar una guerrilla revolucionaria, pero al parecer no pudo con la ferocidad de los bosques de esas montañas y al guerrillero “se le cayeron los pantalones”. También, en otro de sus escritos, acompañaremos a “Mirandare” en su fingido funeral, destinado a eludir el pago de sus deudas a raíz del desastre ecológico que azotó Chiloé, al parecer a causa de la muerte masiva de salmones y la podredumbre de los mares chilotes en ese tiempo…en el tiempo en que “¡Se privó Chiloé!”
Las historias y “sucedidos” de Mancilla, suman y siguen, para alegría y felicidad de quienes lo esperamos cada viernes en las páginas de “El Insular” y lo leemos con un entusiasmo juvenil que echa a volar las penas de los viejos y reverdece ese humor dinámico y espontáneo que se vive en los campos y las playas, en los botes y en los curantos…en fin…en cada rincón de Chiloé.
Los invitamos a ingresar al siguiente link:
www.editorialokeldan.cl/2018/index.php/articulos/315-la-fingida-muerte-de-mirandare
www.editorialokeldan.cl/2018/index.php/articulos/316-sucedidos-en-los-mares-de-chiloe
Medardo Urbina Burgos
Director
Editorial Okeldan.