"Queridos amigos de OKELDAN:
Sucedió hace ya muchos años. La Sede de Curicó de la Universidad de Talca me había invitado a dictar una conferencia en el marco del programa de Difusión Cultural a la Comunidad de esa Casa de Estudios, con la presentación de uno de mis primeros libros: La Huella del Abtao, exposición que fue acompañada de una película filmada en el sector de Chiloé al que se refiere el libro dirigida por el periodista Christian Navarrete..
Al término de mi exposición, varias personas se acercaron a mí para acotar detalles, contar algunas experiencias personales, establecer algunos vínculos o simplemente mencionarme algunos recuerdos de la infancia de alguno de ellos, que a la luz de mi exposición habían emergido de los añejos recovecos de sus respectivas mentes. Estas personas eran profesores, funcionarios públicos, dueñas de casa…,etc. todos los cuales habían nacido en Chiloé.
Al momento de conversar con los asistentes a la presentación, yo veía -por el rabillo del ojo- que había allí, casi en un rincón de la amplia sala de la universidad, un hombre añoso –que yo calculaba en unos 65 años, “a vuelo de pájaro”- el cual escuchaba con mucho interés el tema de nuestras conversaciones finales. Tenía el aspecto de una persona humilde, sencilla, diría yo que tímida, cuya actitud me tenía algo intrigado pues el hombre no lograba acercarse y mantenía una distancia de unos 5 a 7 metros del grupo. ¿Por qué no se acerca?...pensaba yo para mis adentros.
Las amables personas que se habían acercado a conversar conmigo, contaron lo que querían contarme y gradualmente se fueron despidiendo una a una hasta que la gran sala quedó vacía, sólo ocupada por dos o tres personas asistentes de la presentación, la Jefe del Departamento de Extensión de la Universidad y…aquel señor añoso que contemplaba desde cierta distancia.
Fue en ese momento cuando se acercó lentamente a la mesa que soportaba mis libros, videos y otros papeles utilizados en mi charla. Lo vi caminar lentamente, con cierta dificultad y noté que una de sus extremidades inferiores era una prótesis. El hombre se acercó y me habló:
---He escuchado con mucho interés su exposición Señor, y he sabido que usted hace libros…publica libros…¿no es verdad?
---Efectivamente Señor, tengo una Editorial y suelo publicar libros.
---Entonces quisiera saber si Ud. tendría la amabilidad de publicarme un libro…un libro escrito por mí.
---Sí señor, pero habría que revisarlo para ver su contenido, el talento del autor y el interés que podría despertar en el público lector. ¿De qué trata su libro Señor?
El hombre bajó la cabeza, mirando el suelo, como pensando algo importante antes de contestar mi pregunta y luego de un corto silencio continuó:
---El libro trata de mi propia vida. (Hubo otro silencio) y continuó. Sucede –dijo el hombre- que este libro lo he escrito tres veces y por diversos motivos tristes de mi vida, he perdido los borradores uno por uno…y ahora, al escucharlo a usted, ha surgido en mi interior la necesidad de escribirlo por cuarta vez, pero ahora sí con la esperanza de que sea publicado, como sería mi mayor deseo.
---¿Y por qué ha perdido cada una de los borradores de su libro…en forma secuencial…uno tras otro? Pregunté.
---Mire Ud. Señor…sucede que la primera vez que escribí mi historia yo vivía debajo de un puente y mantenía mi linguera en ese lugar cuando sobrevino un tiempo de mucha lluvia que provocó una avenida del río y la fuerte corriente se llevó todas las pocas cosas que poseía en ese entonces. La avenida del río fue muy súbita y yo me encontraba trabajando en la extracción de áridos a alguna distancia del dicho puente. Cuando regresé a mi lugar para prepararme un café en la “choca” y luego echarme a dormir…me encontré con que el río se había llevado todo.
El tema me fue interesando profundamente, dada la evidente naturaleza de su vida, que por sus palabras intuía como una vida dura, difícil…como para estar viviendo ¡debajo de un puente! Entonces pregunté:
---Y en las otras ocasiones…¿cómo fue que perdió sus borradores?
---La segunda vez, Señor, yo transitaba por un camino rural en busca de trabajo en los fundos…caminos polvorientos, solitarios y tristes, en los que al caer la noche uno tenía que acurrucarse bajo las moras, o bajo un árbol, ojalá en las cercanías de un curso de agua…y así tratar de pasar la noche. Entonces, la oscuridad ya estaba cayendo sobre los campos cuando un par de maleantes surgió de los matorrales que hay a ambos lados de camino y me atacaron y golpearon…debo haber quedado inconsciente un tiempo no determinado. Cuando desperté me encontré solo y sin mi linguera. Al fondo de mi linguera llevaba siempre mi mayor tesoro: mi libro escrito en cuadernos, hojas de bolsas de cemento o diarios viejos.
---¿Y la tercera vez?
---La mala suerte siempre me ha perseguido, pero nunca me he echado a morir…la tercera vez, Señor, yo ya tenía una casa, que había logrado construir con mis propias manos, sobre un sitio que había logrado adquirir con un programa del gobierno. Por desgracia hubo un incendio en el barrio: se quemaron 4 casas y una de ellas era la mía. Allí perdí el libro que había escrito por tercera vez… (Hubo un largo silencio. El hombre bajó la mirada y en su actitud se leía claramente la desazón, el abandono, la tristeza profunda y tal vez la depresión) El hombre continuó:
---Al escucharlo a usted que habla con tanto amor y cariño de su querido Chiloé, creí identificar ese mismo sentimiento que llevo dentro respecto de la región donde yo vivo: Curicó y los campos circundantes. Entonces me surgió el entusiasmo –en realidad su entusiasmo me contagió- ante la posibilidad que se abría con sus palabras para intentar publicar mi libro, que expresa mi vida propia, mis sentimientos, mis anhelos, mis sufrimientos y cada una de las vicisitudes sufridas en la vida desde que tenía 7 años…hasta llegar a superarlas con esfuerzo y sacrificio, hambre, sed y desprecios por mi condición humilde, las cuales con este libro deseo dejar como herencia a todos quienes puedan y deseen leerlo…ahora o en el futuro.
Las palabras de este hombre, tan profundas y sinceras causaron en mi la mejor impresión. Entonces le dije:
---Señor, aquí tiene Ud. mi tarjeta personal con mi dirección y mi teléfono. Escriba por cuarta vez su libro y envíemelo para inscribirlo a su nombre en el Departamento de Derechos Intelectuales, efectuar la revisión correspondiente y ver la manera de publicarlo.
El tiempo pasó y la conversación con este hombre se fue difuminando en el recuerdo, hasta que un buen día recibí una llamada telefónica. Era el autor de este hermoso libro, quien me informaba que había escrito su vida completa por cuarta vez y me enviaba el borrador por correo.
He leído muchas veces este libro en proceso de revisión y corrección editorial, y cada vez logra impresionarme hasta lo más profundo del alma, por el sinnúmero de experiencias malas y buenas que este niño de 7 años tuvo que pasar y sufrir para sobrevivir en la intemperie, debajo de un puente, a campo traviesa, en polvorientos caminos campestres abandonados, hasta lograr sobreponerse, vencer la nube negra de la mala suerte que siempre lo acompañó, hasta lograr estudiar con mucho esfuerzo, dificultades y discriminaciones, avanzar en la vida y obtener finalmente un título Técnico Profesional que le abrió las puertas de la Universidad de Playa Ancha.
Tomaré sus palabras para sintetizar su postura vital y su filosofía de vida: “En la soledad de mi pobreza pude elegir la ruta por dos caminos: el camino negro, fácil de los vicios y del delito…o el camino blanco de la bondad, del amor al prójimo, de la corrección, la honradez y la honestidad”. La vida de este niño, joven y hombre-que hoy se encuentra en el crepúsculo de su existencia- y que está contenida en este libro, demuestra que él eligió el camino blanco.
Y es ahora cuando encuentro la similitud de espíritus y de pensamientos, como también la forma de vida elegida, entre el autor de este libro y el gran pintor holandés del siglo XIX Vincent Van Gogh, cuando el Vicario Bonte que trabajaba con Van Gogh y que por la misma razón le conoció bien, escribe: “…su corazón se había despertado por la contemplación de las necesidades de los demás. Prefería ir a visitar a los desdichados, los heridos, los enfermos y siempre permanecía con ellos un largo rato; estaba dispuesto a hacer cualquier sacrificio para aliviar sus sufrimientos”.
Y también, al leer este libro viene a mi mente las palabras contenidas en el capítulo 53 de Isaias, que dice: “…es despreciado y rechazado por los hombres, un hombre de tristezas y familiarizado con el sufrimiento y por así decirlo, le ocultamos nuestros rostros…fue despreciado y no lo valoramos”.
Lo que en un momento se dijo de Vincent van Gogh es lo mismo que podría caracterizar al autor de este libro: al “Huaina Bernardino”. Al leer página a página esta interesante obra el lector se dará cuenta de cada una de las aseveraciones anotadas en esta presentación y esperamos que al final del libro surja en usted un suspiro de satisfacción porque en este caso se puede asegurar que :”la realidad es más potente que la fantasía” y esta historia es real.
Dr. Medardo Urbina Burgos
Director Editorial OKELDÁN