El poeta y escritor Profesor de la Cátedra de Literatura Hispanoamericana en la Universidad de Villanova, Estados Unidos, Dr. Carlos Trujillo Ampuero, nos ha hecho disfrutar con el libro de su autoría “SI NO FUERA POR LA LLUVIA. Milton Rogovin en Chile”, que Editorial OKELDAN ha tenido el agrado de producir, libro que -como usted verá cuando lo tenga en sus manos- trata del Diario de Viaje del fotógrafo norteamericano y de las cartas que intercambió antes, durante y después de su viaje a Chile en 1967, oportunidad en la que alcanzó la localidad de Quemchi ( Chiloé) a sugerencia de Pablo Neruda, influenciado sin duda por Francisco Coloane, quien -este último- estaba vinculado con esa localidad chilota desde lo más profundo, por haber nacido y vivido en Huite, un lugarejo cercano a Quemchi y situado frente a la isla Caucahué.
En esta hermosa obra el autor indaga, descubre y relata los más variados e interesantes detalles de aquel extraño viaje de Rogovin a Chile: sus impresiones, sus entusiasmos, sus aventuras, los contactos con las más diversas personas en su derrotero, las frustraciones y los conflictos sicológicos con su propio yo en los momentos más cruciales de su viaje, como la incomprensible decisión de abandonar Ancud el mismo día que llegaba a esa ciudad chilota el esperado Pablo Neruda, quien venía precisamente a hablar con el fotógrafo y a conocer de su trabajo en Quemchi en miras a hacer un libro juntos, hecho que no les permitió a uno o al otro ni siquiera divisarse en la lejanía cuando –sin saber- debieron haberse cruzado sus respectivas embarcaciones en el Canal de Chacao… conflictos diversos generados ya sea por un estado depresivo, un estado confusional, una “rabieta” o por el desconocimiento del idioma y las consecuentes dificultades para comunicarse, en el intento –generalmente frustrado- de conseguir cosas tan simples como un pasaje en bus o una habitación en un hotel.
Por otra parte, aparecen uno a uno en el devenir del Diario de Viaje, la casa de Pablo Neruda en Isla Negra, la vida en ella en los pocos días que permaneció allí y los personajes que rodeaban a Neruda en ese entonces, como las visitas ocasionales de Nemesio Antúnez, Acario Cotapos, Laura y Homero Arce, Matilde Urrutia, los doctores Salvador Allende, Alejandro Lipschütz ( quien fuera Premio Nacional de Ciencias) y Francisco Velasco; en las cartas hay varias del Dr. Raúl Grinberg, quien fuera vecino de Rogovin en Buffalo, Estados Unidos; en Santiago establece contactos con los doctores Hermann Niemayer (Premio Nacional de Ciencias) y Hans Niemayer, Jorge Arce y María Martner (escultora); más tarde, en Puerto Montt cuenta con la ayuda y compañía de Rodrigo Azócar; y en Chiloé se vincula con Abel Demarchi quien le sirve de guía en Quemchi y alrededores, y con Luisa Chijani, quien lo recibe y acoge en sus casas en Ancud y en Mechaico. Todos ellos - de uno u otro modo en grados variables- ayudaron a Milton Rogovin a materializar su proyecto fotográfico destinado desde el comienzo a captar en imágenes “la verdad de la pobreza en Chile”.
Trujillo inicia su obra –más allá de los Agradecimientos- con una interesante Presentación en la que relata la manera fortuita y misteriosa por medio de la cual tuvo la fortuna de vincularse con la obra de Milton Rogovin y poco más tarde con el propio fotógrafo, en aquel entonces un anciano de 93 años. Él nos cuenta que en una conferencia sobre la obra de Pablo Neruda que Trujillo dictó en la Universidad de Villanova, se acercó una dama quien le informó que una amiga de ella tenía fotografías de Chiloé tomadas por su padre y que ellos deseaban contactarse con alguien de esos lugares para saber el nombre de una de las personas fotografiadas que para ellos, por un motivo especial, había adquirido la mayor importancia. La señora era amiga de Ellen Rogovin y las fotografías eran imágenes de personas y paisajes de Chiloé captadas por Milton Rogovin en 1967 en la localidad de Quemchi y alrededores.
Trujillo dice no haber dado demasiada importancia a esa conversación por estimar –a priori- que las imágenes serían aquellas captadas por algún turista en sus viajes a la Laguna San Rafael. Sin embargo, cuando recibió en su casa de Pinzon Avenue Nº 9 en Havertown el voluminoso paquete de fotografías, su primera impresión cambió diametralmente. La belleza y la calidad profesional de las fotografías le hicieron sentarse: estaba frente a imágenes bellísimas que captaban un momento en las vidas de personas y circunstancias de aquel Chiloé profundo, pobre, olvidado y zarandeado, que aún no lograba recuperarse del terrible impacto y la fuerza del terremoto y maremoto de 1960 que asoló el sur de Chile. Trujillo nos cuenta que él no pudo contener el impulso natural y espontáneo de agradecer a Rogovin el valioso tesoro contenido en esas fotografías, producto de su trabajo silencioso y hasta ese momento oculto. El poeta se comunicó con Rogovin y fue a visitarlo a su domicilio en Buffalo, Estado de Nueva York. Impresionado por el profundo sentido de esta historia decidió dialogar con las imágenes. Seleccionó unas cincuenta fotografías y escribió un poema para cada una de ellas. El resultado fue el libro “NADA QUEDA ATRÁS” editado por el Museo de Arte Moderno Chiloé/ Editorial Isla Grande, 2007.
Esta obra entusiasmó a Mark Rogovin –el hijo mayor de Milton- quien ofreció a Trujillo el Diario de Viaje de su padre y un número cercano a 300 cartas que Milton intercambió con diversas personalidades de ese tiempo de Chile y Estados Unidos entre las cuales destacan las cartas de Pablo Neruda y Matilde Urrutia, como las del notable científico el Dr. Alejandro Lipschütz. El profesor Dr. Carlos Trujillo logró la autorización de un año sabático en su universidad y se abocó al estudio de tales documentos y a su traducción al Castellano. El resultado fue “SI NO FUERA POR LA LLUVIA. Milton Rogovin en Chile”, obra de gran interés para los estudiosos de Neruda y/o para los seguidores de la obra de Rogovin, profunda y profusamente documentada, enriquecida con numerosas notas al pie de página que aportan datos de innegable interés y permiten conocer otras aristas y facetas valiosas - y a veces hilarantes- de cada uno de los personajes mencionados.
El libro ha sido dividido en varios capítulos entre los que me permitiré destacar; Encuentros y desencuentros de un viajero apresurado (cap.III); Diario de Viaje (cap.IV); Correspondencia (cap. VII) y una selección de fotografías tomadas por Milton Rogovin en Isla Negra, Santiago y Chiloé entre enero y febrero de 1967 (cap. VIII).
Una de las cartas de Neruda a Luisa Chijani dice: “Querida Lucha: te presento a Milton Rogovin, fotógrafo de gran calidad que viaja desde su país sólo para un libro de fotos sobre temas chilotes. Este libro llevará un texto mío.
Yo y Coloane sugerimos Quemchi y la isla de Caucahué…todo esto te lo pido pensando en tu hospitalidad generosa y en tu amabilidad. Perdona, yo iré durante el trabajo y te agradeceré personalmente.
Te quieren mucho: Pablo y Matilde.”
(Fragmento de carta de Pablo Neruda escrita a Luisa Chijani en enero de 1967. Página 196)
Otra carta de Milton Rogovin a su esposa Anne dice: “Es increíble el tipo de cosas y personas que he tenido la oportunidad de conocer. Todo se debe a la cuidadosa planificación de Pablo (Neruda). En Valparaíso María Martner, su esposo y su hijo fueron muy amables y cooperadores conmigo. Luego en Puerto Montt Rodrigo Azócar dejó de hacer sus cosas para poder ayudarme en mi fotografía. ¡Y es increíble lo que estoy encontrando aquí en Ancud!...
…Allá yo le pregunté al maletero si conocía a Luisa Chijani. Por supuesto que la conocía porque ella posee una muy buena tienda en la ciudad. Cuando le di la carta de Pablo ella se alegró muchísimo de saludarme como a un amigo. Pablo le había telegrafiado previamente que yo estaba llegando.”(Fragmento de carta escrita por Rogovin a su esposa Anne el 30 de enero de 1967 el mismo día que llegó a Chiloé. Página 197)
Y un fragmento del Diario de Viaje. Puerto Montt: “La habitación en la que dormí anoche tenía seis camas, pero sólo cuatro fueron ocupadas. La habitación estaba limpia; las sábanas y la funda de la almohada limpísimas. Era una casa de madera y yo me quedé en una especie de subterráneo. Encima de nosotros había gente caminando, alguien barriendo y una gran variedad de otros ruidos que parecían ser amplificados por el piso de madera. Finalmente conseguí dormir, pero fui despertado por los otros usuarios de mi habitación quienes llegaron un poco más tarde. A eso de las tres de la madrugada, una rata que parecía estar hambrienta empezó a roer la madera justo fuera de nuestra habitación. Cuando quedó satisfecha el ruido se acabó y yo volví a dormirme otra vez.” (Martes 14 de febrero de 1967 del Diario de Viaje. Puerto Montt; página 151).
Con todo, Trujillo nos entrega un magnífico documento, entretenido, valioso y profundo, basado en hechos reales analizados y comentados sobre la base de escritos del puño y letra de personajes de gran envergadura en las letras nacionales como Pablo Neruda o Alejandro Lipschütz sin desmerecer el talento de importancia mundial del propio Rogovin.