Quellón, Chiloé, Miércoles 18 de Agosto 2010.
Agradezco la atención de los presentes, por la gentileza de escuchar estas palabras para despedir al amigo, al escritor, al antropólogo, al estudioso de Chiloé, su mitología y su gente, al profesor PEDRO RUBÉN AZÓCAR. Estas palabras son de agradecimiento, de reconocimiento, de homenaje póstumo por los valiosos aportes entregados por Pedro Rubén a lo largo de su azarosa y fructífera vida, en la cual siempre estuvo pensando en y para CHILOÉ.
El profesor Pedro Rubén Azócar, nació en Ancud, el 13 de Marzo de 1928. Era el hijo mayor de una familia de 5 hermanos. Su padre fue el famoso escritor y amigo de Pablo Neruda, Rubén Azócar; el autor de la famosa novela “ GENTE EN LA ISLA”, ambientada en Chiloé. Pedro Rubén Azócar, fue además –y en consecuencia- sobrino de Albertina Azócar de la cual Pablo Neruda estuvo perdidamente enamorado y fue ella la que habría inspirado su famosa obra: "VEINTE POEMAS DE AMOR Y UNA CANCION DESESPERADA".
Pero las cosas no fueron tan fáciles para Pedro Rubén. En efecto: él me contó en una fría y lluviosa tarde se septiembre, junto al calor de la cocina a leña en su casa de la calle Santos Vargas, en Quellón, en compañía de su querida esposa, la Sra Anita Avendaño… me contó -decía- que a corta edad, la familia se trasladó desde Ancud a Santiago. Se fueron todos, menos Pedro Rubén, que tuvo que quedarse al amparo de su abuela materna, en Chonchi, lugar en el que vivió parte de su infancia y su adolescencia. El me dijo que a la muerte de su abuela, las duras circunstancias de la vida, le llevaron a efectuar los más diversos trabajos y oficios, como el de labriego, pescador, buscador de oro en las arenas de Cucao y leñador en los campos de su tío, quien tenía un predio en las estribaciones de la Cordillera de Piuchué, en el sector llamado Nalhuitad. En ese tiempo la leña se cortaba con hacha. Pedro Rubén cortaba los árboles de luma y tepú preferentemente, hacía la carga de su carreta tirada por bueyes y bajaba al pueblo de Chonchi, tesando sus brutos con la picana. Venía a vender el producto de su duro trabajo, según él; "para asombro y malestar de sus encumbrados parientes".
Después inició su labor como profesor rural básico. Primero en la escuelita de Notuco, lugarejo cercano a Chonchi, y luego en diversos poblados del estero de Paildad; Contuy, Paildad, Apeche, lugar este último donde conoció, a su esposa, Anita Avendaño, quien era profesora básica en una escuelita vecina. Apeche fue también el lugar en el que comenzó a venir la familia. Más adelante, en 1960, la familia se trasladó a Castro para el estudio de la Enseñanza Media de sus hijos mayores; Álvaro y Aurora.
Fue en esa época cuando lo conocí. Yo era apenas un adolescente de 14 años y Pedro Rubén tendría unos 35. Ambos formábamos parte del equipo de trabajo de campo del profesor Carlos Munizaga Aguirre, Director en ese entonces del Centro de Estudios Antropológicos de la Universidad de Chile, y el mismo que posteriormente sería Decano de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación, de la misma universidad.
Así, junto al profesor Munizaga y a su equipo de antropólogos, recorríamos los campos chilotes, siguiendo una pauta de observaciones, que luego convertíamos en informes escritos. De aquella época datan los estudios de Pedro Rubén Azócar:
1. "Chiloé , las islas y su mundo"
2. "Presencia viva de los seres míticos, su efecto sociológico en las comunidades isleñas"
3. "APECHE, análisis de una realidad"
4. "Crónica del estero". Obra premiada en un Concurso Nacional de Cuentos.
5 ."Para entender a dos voces"
Los tres primeros de estos trabajos fueron publicados en el Boletín de la Universidad de Chile.
Antes de 1973, sirvió como Encargado de Cultura en la Intendencia de Chiloé en Ancud , y en ese cargo lo sorprendió el Golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973. Para Pedro Rubén Azócar, fue el inicio de una etapa muy dura y triste, dominada por la prepotencia militar, caracterizada por el atropello a la dignidad humana, especialmente a los estratos más humildes de la sociedad, etapa en la que no había ninguna instancia a la cual clamar justicia. Pedro Rubén, fue violentamente destinado a una escuelita de Piruquina, donde al decir de él : "estaba reducido a ser un mueble…¡No! Ni siquiera un mueble. Un mueble sirve para algo… a mi se me ignoraba completamente". En ese tiempo habían detenido a uno de sus hijos y día y noche se masticaba la incertidumbre y el dolor de no saber qué y cómo hacer para ayudarlo. Estaba la pregunta permanente… ¿Cuándo vendrán por mis otros hijos? Y ¿Cuándo vendrán por mi?
Un día llegó caminando a la escuelita de Piruquina, el escritor Phillipe Grenier, aquel estudioso francés que escribió "CHILOÉ Y LOS CHILOTES". Phillipe le entregó a Pedro Rubén una carta que contenía una invitación de la Universidad de La Sorbonne para ir a Francia a dictar conferencias acerca de la Mitología Chilota.
Pedro Rubén me contó la enorme incertidumbre, la pena, la impotencia y el inminente riesgo de vida y de tortura que se escuchaba a media voz entre los amigos. Muchos desaparecidos. Muchos torturados. Muchos ejecutados de las formas más crueles imaginables. Entonces viajó a Santiago, ayudado por diversas personas que lo conducían a campo traviesa para evitar los controles militares armados, de esa triste época.. Así logró salvar todos los escollos y -¡con el alma en un hilo!- arribó a Santiago siendo protegido por Amnesty Internacional, pernoctando cada noche en una residencia diplomática diferente. Los militares le seguían los pasos: si estuvo una noche en tal residencia, al día siguiente llegaba una patrulla militar. Cada día dormía en un lugar diferente, trasladado por vehículos y choferes con aspecto de extranjeros. Hasta que finalmente consiguió la visa para viajar a Francia. Ya en el avión, con pasaporte diplomático de la Embajada de Francia, no lo podían hacer bajar. Llegó a Francia respirando el aire puro de la libertad. Su amigo Phillipe Grenier le había salvado la vida.
En Francia desarrolló los estudios de Doctorado en Antropología en la Universidad de "La Sorbonne" y trabajó en el Museo del Hombre en París, junto a la arqueóloga Annette Laming, esposa del antropólogo francés Joseph Emperaire, autor del magnífico estudio de los canoeros Kaweshkar, más conocidos vulgarmente como alacalufes, libro titulado "Los Nómades del Mar".
Posteriormente se trasladó al Museo de Gotemburgo en Suecia, donde jubiló y luego regresó a Chile en 1997, radicándose en Quellón, la ciudad natal de su esposa, la Sra. Anita Avendaño.
Con Pedro Rubén tuve una alegría y una pena. La alegría fue haberle publicado el único libro suyo en chile: "LA LEYENDA DEL CAPITÁN", hermoso libro cuya historia se desarrolla en las inmediaciones de Chonchi y relata la vida del villorrio durante la primera mitad del siglo XX. Libro que cuando lo tuvo en sus manos, lo hizo sentirse feliz.
La pena es que no alcanzamos a editarle en vida, su hermoso libro "LA PINCOYA", estudio magnífico y profundo sobre este personaje mítico femenino de Chiloé, hermosamente tratado, con un nivel académico superior, en el que Pedro Rubén quemó pestañas durante innumerables noches y puso en él lo mejor de si, y todo el corazón. Sólo nos queda el compromiso de editarle este hermoso segundo libro en forma póstuma. Ese es mi personal compromiso con él.
Querido amigo Pedro Rubén: te vas hoy de nosotros, pero nos has dejado mucho: tus estudios, tus artículos, tus libros editados y por editar, tu particular y profunda visión de la Mitología chilota y sus personajes, su efecto en los habitantes de este archipiélago. Tu amistad sincera, pero sobre todo tu permanente amor por Chiloé y por su gente sencilla. Y tu sencillez… sobre todo tu sencillez. Un autor argentino en su libro "Chiloé , Tierra Separada" escribió un capítulo dedicado a ti y en un párrafo decía: "…un intelectual de la envergadura de Pedro Rubén Azócar, debería estar al alero de una universidad en una ciudad como Santiago, Valparaíso o Concepción, pero es muy raro encontrarlo en un lugar apartado como Quellón, un puerto pesquero de Chiloé, casi una caleta de pescadores". Qué mejor expresión de tu sencillez..-
Querido amigo Pedro Rubén Azócar. ¡Descansa en Paz!
Medardo Urbina Burgos
Nota: El escritor chilote Pedro Rubén Azócar falleció en Santiago a la edad de 82 años, el día Domingo 15 de Agosto de 2010, mientras dormía en casa de su hijo mayor Alvaro Azócar Avendaño. Sus restos fueron trasladados a Chiloé, al puerto de Quellón, donde residía desde 1997. Los funerales se efectuaron al mediodía del miércoles 18 de agosto en el cementerio del pueblo, después de oficiarse una misa en la iglesia católica en compañía de su esposa, sus hijos y nietos, familiares cercanos y numerosos amigos, vecinos, pescadores, campesinos y escritores procedentes de diversas ciudades de Chile y del extranjero. Numerosas personas hicieron uso de la palabra después del oficio religioso y también en el camposanto; en tales expresiones se dejó sentir el aprecio, la admiración, el respeto y el agradecimiento por este hombre que fue sobre todo un gran educador, un gran profesor rural chilote, pero también un notable estudioso del hombre de Chiloé, un académico y un notable investigador de la mitología insular.