Comentario de Medardo Urbina Burgos
Marisa Basualto Katcher es una joven arquitecto que acaba de publicar un interesante y ameno libro titulado “MIRADAS DE CHILOÉ: Ilustraciones de un viaje por el archipiélago”.
El libro surge casi como un desafío de mirar, recorrer, conocer paisajes, personas, admirar la belleza, pero también la realidad de las desigualdades, buscando la armonía en las líneas y colores del paisaje insular, el silencio y la paz en el arquitectónico equilibrio de las iglesias chilotas. Y aquí y allá encontró la armonía porque –digámoslo claramente- Chiloé es armonía, es humano, es hermoso aún con lluvia (hay una belleza especial en los aguaceros, en los temporales… y también en los arcoíris que surgen por aquí y por allá tras los lomajes de un verdor infinito… después de la lluvia) y sobre todo ¡es mágico! Marisa lo dice: “…Estamos hablando de un Chiloé mágico que muestra varias facetas: el Chiloé turístico y el cotidiano, el que intenta mostrarse y el que permanece escondido entre sus bosques y el aislamiento propio de su geografía.”
El libro de Marisa Basualto tiene corazón, y el corazón de este libro es el dibujo, expresión del arte gráfico inherente a la profesión de arquitecto. Por eso Marisa utiliza ese estilo, a la vez preciso, objetivo y bello, que permite dar más expresión a la naturaleza arquitectónica de los paisajes, en los que siempre hay una casa, una iglesia, algún palafito, un bote, una lancha en construcción en Gamboa, la imagen de un museo, o la pasarela de Aucar, la Isla de los Muertos en las inmediaciones de Quemchi, que el escritor Francisco Coloane llamó alguna vez: “La isla de las almas navegantes”. Los cementerios chilotes de villorrios casi desconocidos, con cruces de madera y coronas de flores de papel, o casitas de tejuelas de alerce, con puertas y ventanas, para que moren en ella los seres queridos que ya han partido. Un restaurant que es un barco de madera en tierra, recostado sobre estribor que surge de pronto en medio de la vegetación, mostrando su proa y un par de claraboyas que son como ojos, que invitan al caminante a detenerse en este particular paraje. No quedan ausentes de las ilustraciones de Marisa, las más sencillas iglesias como la de Terao o la de Agoní, ni tampoco las soberbias como la de Achao, Castro o Tenaún. Tampoco están ausentes las casas de madera de Huillinco, el muelle de ese pequeño puerto lacustre, ni el misterioso “muelle de las almas” erigido en madera sobre una pampa que mira al mar en Cucao. Lugar propicio para llamar “¡Balseo!, ¡Balseo!” cuando alguien ha muerto y su alma debe ser llevada al otro mundo en una embarcación alba y transparente gobernada por seres silenciosos, según reza la tradición oral conservada por los nativos del lugar.
El arte del dibujo de Marisa Basualto Katcher, nos lleva a mirar ese Chiloé que muchos aún no hemos visitado, no conocemos y a veces ni siquiera imaginamos, en el que los trazos hablan por sí mismos y la autora anota junto al dibujo sólo pequeñas reseñas que permiten al lector ubicarse en el tiempo y el espacio, pero sobre todo en el espacio del alma de un Chiloé cada vez más interesante y sorprendente.
Al término de su viaje, con el alma henchida de emociones y ricas experiencias Marisa escribe: …”Tal como expresa el gran poeta Gabriel García Márquez “viajar es regresar” y de alguna manera este viaje me hizo regresar a lo esencial conociendo y reconociendo en cada lugar qué tan bella puede llegar a ser la sencillez. Desconozco si he dado pasos acertados o pasos en falso, sin embargo puedo decir que con estos dibujos he experimentado la libertad de no aspirar a la perfección, sino simplemente de disfrutar cada momento viviendo el presente”… y luego agrega para finalizar “Es así como luego de esta travesía he hecho de Chiloé mi nuevo hogar”.