No había un alma en el pueblo
Cuando llegamos…era de noche
Veinte jóvenes de la JUCRI
Entrando al pueblo por el norte
Cansados, hambrientos
Cargados con sus mochilas.
El cura del pueblo nos recibió
A la entrada de la Casemita
Lo despertamos a medianoche
Con suaves golpes de nudillos
En su puerta de gruesa madera.
Que armemos las carpas en el patio
Que encendamos una hoguera
Que un café con leche para el frío
Y el sueño y en cansancio…y el polvo
En cada centímetro de nuestra piel.
La madrugada empezó con el canto
De los choroyes y el de los gallos del pueblo
Nubes de humo tempraneras
Subiendo perezosas desde los cañones
Aroma de ciprés, crepitando
En las fogatas. Algunas risas, entre el humo
Una tetera entre las llamas y una sartén
“haciendo” huevos fritos.
¿Cómo se llama este pueblo, hermano?
¡Queilen! Le dicen hermano.
¡Quiquiriquí! Cantan los gallos
Y el campamento empieza a llenarse de ruidos
De tazas que chocan y de cacerolas
¡El desayuno está listo! ¡A la mesa! ¡A la mesa!
La mesa era el pasto del amplio patio
Nos sentamos a la mesa,
Y el aroma de la leche con café
Y el pan con huevo revuelto
Nos llenó las narices
De un solo manotazo.
Al frente el mar de un tono acerado
La isla Tranqui, San José, Centinela,
Chadmo y la isla “Conejo”…
A la salida del Estero Compu.
Acui al frente, entre Queilen y Tranqui
Más allá de la punta de arenas
Donde duermen las “pachancas”
Acui…donde vive una sola familia
¡A desayunar todo el mundo!
A lo lejos, el sol comienza a desvestirse
Entre las nubes…y a lo lejos, desde el bosque
Un son de pajaritos…un son de pajaritos.