Consultando páginas WEB a las que remite “Google” –medio de información desdeñando por muchos, pero que visitan millones, para quienes constituye fuente rápida y fiable para llenar vacíos de su bagaje cultural—se confirma que Milton Rogovin es uno de los fotógrafos más extraordinarios del siglo XX. Nacido en Nueva York en 1909, tras una exitosa carrera obtiene, a los 58 años, tras muchos otros premios prestigiosos, el “W. Eugene Smith de Fotografía Documental”. Esto le permitiría viajar a Chile, Cuba, Checoslovaquia, México, Zimbabwe, etc. y así dar cumplimiento a su proyecto “Familias de Mineros”, eje de una obra siempre atenta a los graves problemas sociales del mundo. Para su visita a Chile contactó a Neruda, quien le señalara que en este alejado rincón hay una isla grande llamada Chiloé, muy al sur, que yo pienso es lo que Ud. busca: se mantiene asombrosamente intacta, pobre y llena de interés humano. Siguiendo su consejo, el fotógrafo llega a Quenchi con una carta de presentación del propio Neruda a una amiga chilota suya en la que le pedía que le facilitara la entrada a la verdad de esa tierra húmeda misteriosa, rica en mitos y de poética pobreza.
El resultado de su trabajo –retratos de paisajes y seres humanos, que captan prodigiosamente la vida humilde en el espacio chilote—fue su libro Windows That Open Inward. Images of Chile, selección de 44 fotos de las innumerables que había tomado. La totalidad de los originales se encuentra hoy en la Universidad de Arizona, Tucson.
En el 2004 Milton Rogovin conoce a Carlos Trujillo, el poeta chilote que vive desde hace más de 18 años en Filadelfia. Éste recibe de sus manos un puñado de tales fotografías y decide realizar un trabajo inter-artístico con ellas: a la verdad del mundo de Chiloé, captada por la cámara del fotógrafo norteamericano, a la imagen plástica por él lograda de modo inigualable, Trujillo agregará la de su palabra poética. Este poner en diálogo dos modalidades expresivas autónomas se ha materializado en un libro notable, Nada queda atrás, en que se intercomunican 40 fotografías y un medio centenar de textos líricos. El que le sirve de apertura, plasma en plenitud lo que el lector-espectador va a encontrar en el volumen, cuidadosamente editado por el Museo de Arte Moderno de Chiloé (Santiago, 2007), gracias a las gestiones de su infatigable Director, el arquitecto Edward Rojas: van las fotografías a la palabra/ y la palabra a la fotografía/ como el cántaro al agua// van y regresan una vez/ y otra. Van y regresan/ repletas siempre// va la palabra a la fotografía/ y se queda frente a ella/ mirándose a los ojos/ en ese espejo de otro tiempo// va la palabra/ va y regresa/ sin quebrarse nunca.
Libro precioso, tesoro para un bibliógrafo, asequible a cualquiera, que nos permite conocer a un fotógrafo excepcional, y seguir teniendo contacto con el decir de uno de los poetas de voz más singular entre los de su generación y que da un paso más, entre los tantos que viene dando desde 1975, en que fundara ese semillero de poetas que fue el “Taller Literario Aumén”, en sus intentos por dar persistente testimonio de su amor por su tierra, por su gente y por la palabra que se llena de sentido al contarle al mundo lo que es su mundo.