Profesor Hugo Iván Moyano
El profesor Hugo Iván Moyano dejó de existir el 30 de Octubre de 2014, como consecuencia de un Infarto Agudo al Miocardio, a la edad de 74 años, después de soportar durante varios años una Enfermedad de Parkinson, cuadro progresivo que lo tuvo postrado durante los últimos meses de su vida.
Lo conocí por 1969 cuando yo acababa de ingresar a la universidad, como estudiante de Licenciatura en Biología. En ese tiempo el profesor Mario Alarcón dictaba las clases de Biología Celular, el Dr. Jorge Artigas las de Entomología, el Dr. Roberto Rodríguez las de Botánica General junto con el Dr. Mario Ricardi; y el Dr. Roberto Donoso Barros las clases de Zoología de Vertebrados y más tarde las de Herpetología. Mientras el Dr. Ariel Gallardo dictaba junto con el Dr. Lisandro Chuecas las clases de Oceanografía. El Dr. Ariel Gallardo dictaba además las clases de Evolución y el Dr. Beddings las de Genética junto con el profesor Emilio Almonacid; por otra parte el profesor Lajos Biró dictaba las clases de Paleontología teniendo como alumno ayudante al profesor Alberto Larraín Prats. En esos años el profesor Hugo Iván Moyano dictaba las cátedras de Zoología General, Anatomía de Protostomados y Briozoología, entre otras asignaturas.
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(Comentario del libro Nada Queda Atrás de Rogovin y Trujillo).
(Este artículo fue publicado en la revista PROA. Buenos Aires, Argentina ,Número 71 correspondiente a Febrero-Marzo de 2008 )
Por Medardo Urbina Burgos
Milton Rogovin Carlos Trujillo
Pablo Neruda le había escrito ya tres cartas. En una de ellas le decía que "para tener una buena imagen de la verdad de la pobreza en Chile, debería viajar a la Isla de Chiloé". En otra de sus cartas -escritas en un inglés bastante elemental- le decía que "era una isla situada muy al sur, donde había frío y abundante lluvia, de modo que no se olvidara de llevar un paraguas negro". También le sugería que visitara un pequeño pueblito llamado Quemchi, donde la modernidad no había llegado aún y era posible captar la realidad pura y prístina del hombre en su más incontaminada esencia. La sugerencia de Quemchi era sin duda influencia de Francisco Coloane, quien era muy amigo de Neruda y había nacido en Huite, un lugarejo de "sólo una casa" situado en uno de los más oscuros márgenes del Estero de Tubildad, "a media jornada a lomo de caballo de Quemchi, transitando por la playa a buen tranco en marea baja". La última de las cartas contenía el nombre y la dirección de Luisa Chijani, una vecina de Ancud, amiga de Neruda, a la cual le solicitaba que prestara la mayor colaboración para el "gringo" que quería fotografiar "la verdad de la pobreza en Chile". Las cartas, fechadas en los años 1966 y 1967, estaban dirigidas a Milton Rogovin, un fotógrafo norteamericano especializado en captar la verdad de "los eternos olvidados" y cuyas fotografías ya comenzaban a aparecer en las portadas de los libros y revistas más influyentes de todo el mundo, hasta llegar a ser considerado uno de los más importantes fotógrafos documentales de los Estados Unidos.
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Hace pocos días todo el mundo vio cómo un hombre de color moría en plena calle "aplastado" el cuello por la rodilla de un policía norteamericano. Se dice que fueron 9,6 minutos de compresdión faríngea y de no poder respirar, (se necesitan sólo 3 minutos de falta de aire para morir), pero 9,6 minutos ¡' fue demasiado! El hombre falleció y la multitud aún reclama y se manifiesta por la brutalidad registrada por las cámaras.
El poeta Carlos Trujillo, nos ha enviado este poema que titula "NO HAY AIRE PARA MI EN ESTE MUNDO" y lo damos a conocer en nuestra página como una forma de reclamo, para que esas cosas horribles que comete a veces el hombre contra otro ser de su misma especie, no vuelvan a producirse
Medardo Urbina Burgos.
“No puedo respirar”
Fue lo que dijo el ser humano George Floyd
Por ocho minutos y cuarenta y seis segundos
O si ustedes lo prefieren –hombres y mujeres del siglo XXI--
Nueve minutos exactos en un reloj antiguo
O el reloj digital de su celular
Para hacerlo más fácil y digerible para todos y todas
Tan digerible como un pastel de crema
Comprado en cualquier café multinacional
Que se ha ganado la esquina más preciada
De cualquier ciudad en la lejanía del oriente
O en el desmembradísimo occidente
Que lucha día a día –sin atisbos de tregua--
Por hacerse trizas a sí mismo
Sin el menor remordimiento.
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